Con Criterio Liberal
Liberados de la imposición de las mascarillas
Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.
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El gobierno anuncia el fin de la obligatoriedad de portar mascarillas en interiores y exteriores, de la misma manera que se han tomado todas las decisiones durante esta pandemia: de manera arbitraria e injustificada.
No se cita ningún informe ni ningún criterio por el cual ahora ya no hace falta llevar mascarillas y hace un mes, o dos, o doce, sí.
De hecho, esa ha sido la práctica habitual del COE durante toda la pandemia, que no ha publicado ni las actas, ni los comparecientes, y más importante aún, ni uno solo de los supuestos 'informes' en los que se suponía que basaba sus decisiones.
Ahora el Presidente Lasso ha anunciado el fin de la imposición de las mascarillas, lo que también debería extrañarnos, pues se supone que era una decisión "técnica e independiente" del COE Nacional, no una cuestión política.
Sin embargo, apenas unas horas después del anuncio del Presidente, el COE de Quito y el COE de Guayaquil, anunciado por la alcaldesa, en otra muestra más de su no-independencia, dijeron que en sus territorios no se cumpliría la norma.
Puesto que durante toda la pandemia se ha irrespetado la jerarquía normativa, y así no está claro con base en qué mandato puede un organismo burocrático restringir derechos fundamentales (y sobre el mal manejo en derecho de la pandemia ya hay sentencias en muchos países del mundo), no es de extrañar que un organismo de rango inferior, como un COE cantonal, haya querido contradecir las normas del COE Nacional.
Y es que una vez se ha otorgado poder a alguien, y no solo eso, sino una aureola de legitimidad y de bondad, pues se supone que lo ejercerá 'para protegernos' es muy difícil que no abuse de ese poder o que deje de ejercerlo voluntariamente. Así sea un organismo burocrático como el COE, o los guardias de seguridad que pueden impedir la entrada a comercios con un ineficiente termómetro en la mano.
Pero, puesto que la mayor parte de los juristas guardó un silencio cómplice durante toda la pandemia sobre principios como los derechos individuales, la jerarquía normativa o hasta la libertad de expresión cuando se discrepaba con las normas impuestas, poca legitimidad les queda ahora para seguir explicando o defendiendo estos conceptos básicos del derecho.
Es cuestionable si la obligatoriedad de llevar mascarillas (incluso en casos tan absurdos como estar en exteriores sin estar rodeado de gente) ha sido efectiva para reducir las muertes por Covid.
De hecho, es muy cuestionable que si uno está vacunado, y se supone que esa vacuna lo inmuniza contra altos riesgos de padecer un Covid grave, tenga sentido aislar a los no-vacunados, o peor, imponer una mascarilla a todos los ciudadanos.
Y es bastante evidente los perjuicios que ha causado esta obligatoriedad, que nos deshumaniza ocultándonos el rostro. Perjuicios psicológicos en niños y adolescentes, y perjuicios en adultos.
Y quizá, ya con el peligro pasado y más calmados, podamos hablar como sociedad de qué ha ocurrido con 'el poder', 'el derecho', 'la ciencia', 'la libertad' y 'la libertad de expresión' durante esta pandemia.
Y a partir de ahora, que cada uno lleve o no lleve la mascarilla si lo cree conveniente. Como cada uno puede asumir los riesgos que considere oportunos montando en carro, bus, avión, o decidiendo si desea salir a las calles. Pues la vida está llena de peligros y no hay nada 100% seguro.
Que cada uno se vista como desee, con falda o pantalón, con corbata o con mascarilla, pero que no se sienta con la autoridad de decirle a los demás cómo deberían vestir o qué riesgos asumir.
Lo único que espero es que no volvamos a permitir que ningún gobernante, ni ningún arbitrario y dudoso organismo gubernamental, nos impongan a todos el cubrirnos, encerrarnos o aislarnos.
De hecho, yo ya quemé mi mascarilla.