Leyenda Urbana
Levántate Guayaquil, levántate Ecuador. A esta pandemia la vencemos juntos
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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Intento imaginar qué dirán de la pandemia del coronavirus y de cómo la afrontamos los ecuatorianos, en los reportes que se leerán en 30, 40, 50 o más años, y se me arruga el alma.
Estamos ante el más grave de los desafíos que ha afrontado el país desde que se tenga memoria, porque el enemigo al que encaramos es invisible y no hay arma contundente para aniquilarlo. Ni las grandes potencias del mundo la tienen aún.
Llevamos semanas de angustia, pero la última ha sido una de las más dolorosas porque hay más enfermos que buscan atención sin conseguirla, ya que los hospitales se desbordan mientras el número de las víctimas mortales de la terrible pandemia, crece.
En medio de esta angustia que desgarra se han producido episodios funestos, que dan cuenta de que el sentido humano se está esfumando.
Devenido en una suerte de “arma de destrucción masiva”, en Twitter se divulgan mentiras y se destila odio. Su letalidad avanza hacia otras redes, en especial a WhatsApp, donde el honor de la gente es arrastrado sin el más mínimo gesto de compasión por el prójimo.
La semana que pasó es para el olvido. Hasta hubo quiénes celebraron, en redes, que alguien haya dado positivo para Covid-19, solo porque está en otro andarivel ideológico o social. ¡Tocamos fondo!
Listas con nombres de supuestos contagiados se difundieron sin pudor ni misericordia, acompañados de relatos construidos con información falsa, inventada, con la sola intención de hacer daño, de encontrar culpable de la pandemia; la misma que arrecia en varios continentes.
“El ser humano es bueno y malo al mismo tiempo”, dice Arturo Pérez Reverte, reputado escritor español. Eso explicaría la conducta de estos días, en instantes que nuestros sentidos están más aguzados y nuestras sensibilidades a flor de piel.
Como una metáfora al cinismo con el que gobernó, Rafael Correa pidió, en Twitter, que el gobierno del presidente Moreno de un paso al costado, en medio de este drama humano. Y dijo que Jorge Glas. Sí, Jorge Glas, el mismo que guarda prisión por corrupción, debería estar al frente de la crisis sanitaria.
En paralelo, los trolls correístas emponzoñaron el ambiente, con una catarata de noticias falsas (fake news) en las que hablaron de cientos de muertos, acompañados de videos de latitudes y fechas distintas. Todo para crear conmoción.
Pronto se supo que las “noticias” se generaban en México donde, por coincidencia, una serie de despreciables políticos fanáticos del correísmo se autoexiliaron.
La energía para neutralizar estas infamias se resta de los esfuerzos que deben estar enfocados en salvar vidas de compatriotas en la zona de mayor riesgo de contagio. Y llevar ayuda a miles que no tienen dónde pasar la cuarentena ni dinero para sustentarse.
Por si fuera poco, en plena crisis, algún funcionario del IESS intentó un negociado al comprar mascarillas con sobreprecio, a cuenta de la emergencia. ¡Cuánta vileza!
En este escenario, la plaga del regionalismo se ha movido con velocidad y podría contagiar a todos y aniquilarnos. La semana anterior fue atroz.
Jornadas de dimes y diretes, de críticas infames aumentaron la desazón en un ambiente ya enrarecido por el miedo al contagio. La población se desgastó. Finalmente, el domingo, en Quito, la Virgen del Panecillo cubierta con la bandera de Guayaquil, sosegó los ánimos.
También es esperanzador que grupos sociales, empresariales, amigos de chat, asociaciones y más decidieran entregar su aporte, grande o pequeño, a sectores vulnerables. Otros, en cambio, elaboran propuestas y hasta iniciativas para el futuro económico del país para que el Ejecutivo y la Asamblea los conozcan.
La pandemia del coronavirus encontró a Ecuador dividido; a una sociedad crispada, a un liderazgo sin brillo. Pero hay que sobreponerse, levantar cabeza y caminar.
Ante el inminente riesgo de muerte de compatriotas los dirigentes políticos deben bajar el hacha del odio. Si el país no se une hoy ¿cuándo lo hará?
El mayor esfuerzo y solidaridad tiene que ser hoy por Guayaquil donde nuestros hermanos viven momentos de angustia. Juntos derrotaremos al coronavirus.
De esto se hablará en los tiempos venideros, cuando todo esto haya pasado. ¿De qué lado estará usted?