Tragaluz
Lasso se roba el show en la Junta de Gobernadores del BID en Guayaquil
Sociólogo, doctor en Ciencia Política de la Universidad de Salamanca. Durante 12 años adquirió destrezas en el periodismo. Empezó como redactor económico en el Diario Hoy, donde llegó a ocupar el cargo de Director General. Tras cursar estudios de postgrad
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El acto social más importante de la reunión de Gobernadores del BID, celebrada la semana anterior en Guayaquil, tuvo lugar en la residencia del político Guillermo Lasso.
La invitación que ofreció el lunes en la noche pareció la recepción oficial de la reunión organizada por el gobierno ecuatoriano. Lasso fungió casi de presidente del Ecuador, o cuando menos de ministro de Economía.
A su casa llegaron desde el propio presidente del BID, los altos funcionarios del banco, el vicepresidente de la República, ministros de Estado, el presidente del Congreso, asambleístas, banqueros, los alcaldes de Quito y Cuenca, empresarios y hasta representantes de los medios de comunicación. Toda una fauna variada y poderosa.
El que debió ser un evento oficial, organizado por el gobierno nacional en calidad de anfitrión de la reunión, terminó siendo, para incomodidad de algunos secretarios de Estado, en particular del ministro de Economía, un acto de exhibición política de Lasso en su residencia.
¿A cuenta de qué se le ofreció semejante plataforma? Nadie sabe bien, pero alguien estuvo presto para tender la alfombra roja en casa del político.
La reunión de gobernadores del BID debía realizarse a finales de marzo en la ciudad china de Chengdu, pero fue suspendida intempestivamente por pedido de varios países miembros, entre ellos Estados Unidos.
La razón fue política: el gobierno chino se negó a conceder visa de ingreso a Ricardo Haussman, designado como representante de Venezuela al BID por el gobierno del presidente encargado Juan Guaidó.
El conflicto político en torno a Venezuela se filtró en el BID y produjo el hecho inédito de suspender una reunión de gobernadores a una semana de su realización, algo que nunca había ocurrido. Hábilmente, Ecuador tomó la iniciativa y ofreció organizar la cita en Guayaquil.
Pero no contaba con que Lasso movería sus fichas para convertirse en el gran anfitrión social del evento con la recepción ofrecida en su casa de Samborondón.
Trastrocamiento de funciones, confusión de roles y juego de oportunismo para mostrarse fuerte entre las elites y desplegar un gesto de presencia política a costa del propio gobierno.
Lasso muestra que su interés por la presidencia sigue vivo y que su batalla con Jaime Nebot por liderar la derecha no ha terminado. Mientras se lleva el show pavoneándose entre las elites, Nebot sigue sus recorridos políticos por las provincias costeras.
Toda táctica, hasta la más oportunista, parece valer cuando se trata de ganar atención y presencia en medio del despiste del gobierno de Lenín Moreno, al que los políticos, como muestra este insólito hecho, respetan cada vez menos.