El Chef de la Política
Lasso Presidente. Ahora empieza lo más difícil
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Cuando el país esperaba un final apretado, con pocos votos de diferencia y mucha adrenalina de por medio, el elector ecuatoriano le ha dado la Presidencia a Guillermo Lasso con un margen relativamente holgado.
En la búsqueda de una explicación para ese resultado, frente al que hasta los más leales simpatizantes de su candidatura tenían reparos, no hay mayor espacio para la duda: el voto de los electores de Yaku Pérez fue crucial.
Si a ello se agrega el enorme respaldo de quienes confiaron originalmente en Xavier Hervas y en la otra docena de candidatos, la lectura pausada y serena del nuevo Presidente debe ser que en su gestión hay una serie de intereses políticos que, para hacer de su gobierno un espacio armónico, tienen que ser necesariamente considerados.
Por ello, más allá de triunfalismos innecesarios, a partir del día de hoy Guillermo Lasso deberá colocar como punto central de su agenda la búsqueda de consensos con diferentes sectores políticos y fundamentalmente sociales.
Así, las ortodoxias en lo económico deben ceder espacio a las ideas moderadas, centristas, que consideren políticas públicas en las que la reactivación del aparato productivo esté presente, pero que, a la par, tengan en cuenta que el papel del Estado y de la burocracia es clave, imprescindible para que la propia economía y la sociedad en general funcionen.
No hay que desdeñar al servidor público y su rol, tampoco hay que minimizar al aparato estatal o pensar que de por sí es una carga. Sin un Estado fuerte, cohesionado y articulado, la posibilidad de vacunar a la población contra el Covid no será alcanzable.
Sin un Estado consistente, las principales demandas insatisfechas de la mayoría de la población, sobre todo de la más desaventajada en términos económicos, no podrán resolverse o al menos aliviarse.
Ahí está un reto enorme para el nuevo gobierno. Economía pragmática, desde luego que sí, pero sin dogmas ni posiciones irreconciliables. Menos recetas de manual y más sentido social en las decisiones que se asuman. Ese es uno de los grandes mensajes de ese más de 30% de personas que ahora han confiado en la opción de Guillermo Lasso.
En lo político, los grandes acuerdos deben comenzar por la Asamblea Nacional. Cuánto bien le haría al país que el oficialismo se acercara a las otras organizaciones partidistas y en conjunto apoyen una eventual presidencia de la legislatura en algún representante de Pachacutik. Salvador Quishpe es el nombre que suena.
No solo por la votación de Yaku Pérez sino también por el gran empujón de sus electores a la victoria de Lasso, una negociación de ese tipo emitiría una señal positiva hacia el entorno local e internacional.
Desde luego, conversar y disentir e incluso llegar a acuerdos con la bancada de Centro Democrático debe ser parte del guión inicial del nuevo gobierno. Más allá de las diferencias existentes, a nadie le puede quedar duda de que los seguidores del expresidente Rafael Correa constituyen la primera fuerza política del país.
Negarse a debatir con ellos sería arrancar el gobierno en un escenario hostil que pueden degenerar en una innecesaria escalada de conflictividad política y social.
En lo institucional, y para ello ni siquiera se requiere que Guillermo Lasso se posesione en el cargo, una decisión trascendental sería garantizar estabilidad al Poder Judicial y sus funcionarios así como a los jueces de la Corte Constitucional.
Dar un espaldarazo de apoyo a los nueve miembros del máximo tribunal de control constitucional hablaría desde el inicio de un Presidente que cree en el Estado de Derecho y que respeta a quienes con seguridad estarán atentos a morigerar cualquier exceso de poder del nuevo gobierno.
En el plano de los valores y la búsqueda de una sociedad menos asimétrica, ganaría mucho Guillermo Lasso si su gabinete ministerial está conformado mayoritariamente por mujeres. Pasar de los dichos a los hechos, le daría una base social indispensable para que los principales puntos de su agenda de gobierno puedan materializarse.
Nuevamente, la votación del día de ayer le dice a las claras al nuevo Presidente que tienen que negociar y ceder. Ha ganado con más de 50%, pero su votación real es el 20% de la primera vuelta. Ese dato no se puede perder de vista.
Se ha cerrado el capítulo electoral y ahora mismo se inicia el de la política real. Arauz, de su lado, en un gesto democrático y que habla bien de él y de su candidatura, ha reconocido la derrota y ha invitado al nuevo gobierno a dialogar.
Ahí hay una oportunidad para que Guillermo Lasso dé pasos en firme de cara a reducir las tensiones y la polarización existente en el país.
En definitiva, menos dogmas en lo económico, mucho espacio para la negociación en lo político y mente abierta para asumir y enfrentar las diferencias.
Ahí están algunos de los retos que el nuevo Presidente debe identificar y procesar. Si no lo hace, pronto el escrutinio popular llegará y con ello la incertidumbre y la desconfianza ciudadana, dos de los fantasmas que históricamente han dificultado el desarrollo económico, político y social del país.