Leyenda Urbana
Lasso hace de Iza su contradictor político; Correa maniobra y Nebot, aguarda
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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El Ecuador de hoy es, una vez más, un país convulsionado y al borde del abismo democrático, donde el oportunismo político impulsa a quienes se disputan el poder a dentelladas, usando la buena fe de la gente y las necesidades apremiantes de los que menos tienen.
Con libreto anticipado, Leonidas Iza ha dado un zarpazo a la Nación, a la que mantiene en vilo, con una movilización indefinida de la Conaie y con gente marchando sobre Quito, la capital, a la que le han puesto el ojo.
El menosprecio por el diálogo y cualquier otro mecanismo de consenso habían dejado al descubierto su naturaleza de anarquista irredento. Su imagen tampoco era buena, porque la mayoría de ecuatorianos la asociaba con octubre de 2019, cuando, junto a Jaime Vargas, protagonizaron jornadas violentas, que destrozaron Quito.
Tras ser detenido, ha sido catapultado a la condición de contradictor político del mismísimo Presidente de la República. Ha sido un garrafal error del Gobierno.
Para las comunidades indígenas, incluidas aquellas que no comulgaban con sus posturas, Iza ha pasado a ser su líder indiscutible.
Su detención unificó al bloque parlamentario de Pachakutik que pidió su inmediata libertad; puso de vuelta a su lado a personajes como Lourdes Tibán, que se había apartado del dirigente, y sacó a las calles a los estudiantes universitarios, quienes le expresaron su solidaridad.
La tozudez es una bomba de relojería política para quien detenta el poder, y pretende gobernar desde una burbuja, sin comprender que en amplios sectores sociales de Ecuador hay necesidades urgentes de comida, educación, salud, seguridad y empleo, que solo esperan un detonante, para ser reclamados a viva voz, y en las calles, porque la pobreza aprieta.
En cambio, los conspiradores no han dejado pasar la ocasión -muchas veces la crean-, para acelerar sus protervos planes desestabilizadores, echando gasolina al fuego.
Desde su refugio político itinerante, el campeón del cinismo, ha alentado las movilizaciones de la Conaie, organización a la que persiguió, y a cuyos dirigentes maltrató y denigró, llamándoles "ponchos dorados", cuando gobernaba.
Con UNES, su brazo ejecutor en la Asamblea, ha movido todos los resortes hasta conformar una mayoría, junto a disidentes de Pachakutik y de la Izquierda Democrática, para echar abajo el decreto 455 del estado de excepción, porque busca el caos.
Cuando escribo estas líneas, la Asamblea se aprestaba a sesionar para revocar el decreto, y tenía los votos para lograrlo, lo que implicaría dejar al Presidente de la República con las manos atadas, de cara a los manifestantes que marchan sobre Quito; y a la ciudad a merced de los alzados.
También buscarían apostar, ahora sí, a la muerte cruzada.
A la operación desestabilizadora no se ha unido el Partido Social Cristiano (PSC), aunque el propio Lasso, en repetidas ocasiones, había acusado a su líder, Jaime Nebot, de ser parte del “triunvirato de la conspiración”, junto con Rafael Correa y Leonidas Iza.
Qué planes futuros tiene el PSC es una incógnita, aunque las versiones de que Nebot, se opondrá a que se consume un golpe contra Lasso, estarían confirmadas. Pero hay que esperar.
Desactivar las protestas, que el fin de semana cobraron vuelo, aunque en las últimas horas el Gobierno ha tomado la iniciativa para cortarles el paso y anular los planes para la estadía de los manifestantes en la capital, es un desafío enorme, que requiere ingenio y sabiduría.
El diálogo parece la única salida y la presencia de mediadores legítimos, la clave. El Gobierno tiene que acertar.
En semejantes circunstancias, muchos dirán que no es oportuno hablar de los yerros del Ejecutivo, sino arropar la democracia puesta a prueba, una vez más, por fuerzas oscurantistas, controladas por quienes saquearon al país y, según información confiable, por grupos vinculados al crimen organizado.
Pueda que tengan razón, pero cuestionar al poder es un compromiso superior con Ecuador.
El gobierno ha cometido serias equivocaciones, que serían imputables al círculo presidencial, y eso es imperdonable.
Que el mandatario haya firmado el 'borrador' del decreto de estado de excepción, que además incluía la censura a la libertad de expresión, en Internet, es inaudito.
El responsable de tamaño desatino, juega a la ruleta rusa con la imagen del primer mandatario.
En Carondelet, parecen caminar por la cornisa y con los ojos vendados.
Publicar la adhesión del gobierno a las marchas por la paz, apenas firmado el decreto de estado de excepción, que prohíbe las reuniones, es, igualmente, inconcebible.
Los errores políticos son municiones para que los enemigos las disparen y hagan daño.
Recién, días atrás, Lasso pidió la renuncia del vocal del Ejecutivo al Consejo de la Judicatura, olvidando que su designación es por un periodo determinado, y lo hizo por escrito y con su firma.
Estas acciones, que revelan falta de rigor en la más alta oficina pública del país, ponen en evidencia a los funcionarios y los vuelven vulnerables.
En momentos aciagos para el país, hay que cuidar, al extremo, cualquier decisión, mensaje o declaración.
Fuerzas siniestras y bien financiadas están al acecho y quieren tomarse el poder, utilizando, de manera perversa, a las bases del movimiento indígena. Para vencerlas, hay que resistir, sin cometer error alguno.
A esta hora, el escenario del país, está así: Iza es el contradictor político de Lasso; el sentenciado de Bélgica maniobra para sacar al presidente de Carondelet, y Jaime Nebot, en silencio, aguarda. ¡Es Ecuador!