En sus Marcas Listos Fuego
¿Jueces y Fiscales suicidas? Váyanse todos al carajo
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
Actualizada:
He pedido a PRIMICIAS que se me permita escribir esta columna con malas palabras. He solicitado que me dejen decir las cosas sin el cobijo del léxico de la Academia. Que me dejen sacar el traje de abogado y ser humano por lo menos hoy.
Me preguntaban hace unos días si la extradición de narcotraficantes servirá para luchar contra ese fenómeno. Mi respuesta fue un sí condicionado, porque los políticos tienen frente a ellos las herramientas para pararse firmes ante la criminalidad y no las ven.
No las ven porque son políticos, porque ellos viven de votos y todo aquello que en el corto plazo no les genere votos, lo descartan.
Quiero que se sienten, cierren los ojos y se imaginen con sensaciones, olores, colores y sonidos lo siguiente:
Caso del fiscal: usted es fiscal. Su rol es investigar conductas delictivas y entre los casos que investiga está un sicariato. Ya conoce los nombres de los sospechosos, los allana, incauta las armas con las que han matado y los procesa. Tiene todo para presentar un dictamen acusatorio.
La noche antes de la audiencia, su hija tarda en llegar a la casa y tras varias horas de preocupación, arriba en un vehículo de vidrios polarizados y se baja llorando, en shock. Quien conduce tiene la amabilidad de descender también y le dice a usted:
-Señor fiscal, qué gusto conocerlo. Tranquilo, sólo la manoseamos un poquito. Esto es el inicio. La próxima vez que la vea será cortada pedazos y colocada dentro de un saco de yute. Pero tranquilo, que nos divertiremos antes y la haremos gritar. No se preocupe, que la organización es misericordiosa. Luego también lo mataremos a usted para que deje de llorar. Así que ya sabe, usted es dueño de su destino y su destino dependerá de la decisión que tome mañana.
Ese fiscal tiene dos opciones con consecuencias:
- Acusar a los sicarios y lograr (hipotéticamente) que no puedan dejar más víctimas (es decir, ustedes, los ciudadanos).
- Abstenerse de acusar para salvar a su familia, con el efecto de que los sicarios matarán a otras familias gracias a que siguen libres.
¿Usted que haría, si fuese ese fiscal? Yo les respondo: yo me abstengo de acusar, porque soy honesto, pero tengo un precio y es la vida de quienes amo y la mía propia.
¿Sacrificarme por el colectivo? Váyanse al carajo. ¿Por qué? Porque se supone que debo tener las garantías para no tener que sacrificarme. ¿Se entiende?
Uno de los principios jurídicos de la responsabilidad es la 'no exigibilidad de heroicidad'. ¿Cómo así un fiscal debe sacrificar su vida y la de los suyos por proteger a los ajenos? Alguien me responderá:
-Ese es su rol social, ese es su trabajo.
No, porque en el rol del fiscal no consta la obligación de ser suicida. Creer que alguien deba aceptar morir porque ese es su trabajo, es balbucear idioteces.
Caso de la juez: Tras una larga audiencia, los jueces se retiran a deliberar, para lo cual se tomarán una semana. El caso es claro, los acusados son narcotraficantes.
Ella, la juez ponente, está en su casa con sus hijos y su esposo cuando recibe una llamada. Una voz distorsionada le relata los horarios escolares de sus hijos, el horario laboral de su esposo y le dice que ella decide si viven o mueren, pues la organización "financia las lápidas".
Ella, berraca, denuncia el hecho en la Fiscalía y solicita ingresar al sistema de víctimas y testigos.
¿Saben cómo funciona el sistema de víctimas y testigos protegidos?
Así: le asignan a ella (y por seguridad a los otros jueces del tribunal) un policía que se encarga de llamarlos tres veces al día para preguntarles si están bien, si no han visto nada sospechoso, etcétera.
¿Cómo puede saber el policía que no están bien, que ya los mataron? Sencillo, si llama y no le contestan.
No es broma, es la realidad de un sistema de mierda, en un país maravilloso, con políticos de mierda.
Si ustedes fuesen esa juez, ¿qué eligen?
- ¿Salvar a su familia y tener a narcos libres?
- ¿Tener a narcos presos y lápidas gratuitas?
Me repugna ver como todos exigen a jueces y fiscales "que no dejen libres a los delincuentes" mientras les vale una rebanada de excremento la vida de ellos.
Porque jueces y fiscales son humanos, también lloran, también aman, también se quedan con el corazón en un hilo cuando su hijo va a su primer día de guardería. No entender que nadie tiene el derecho a exigirles que sean suicidas es ser gente de mierda.
Y me preguntarán los que en lugar de materia gris tienen el cráneo repleto de materia fecal: ¿Si jueces y fiscales no son suicidas, entonces cuál es la solución?
La respuesta es sencilla: el Estado, en lugar de invertir en huevadillas que le permiten a los políticos en el poder y a los que quieren regresar al poder ganar votos de los votantes de mierda, debe invertir en seguridad para jueces y fiscales.
No es admisible, nunca, que un sicario mate a un juez o fiscal. El Estado debe ser garante de que jueces y fiscales puedan ejercer su rol social, seguros, porque solo seguros podrán administrar justicia para todos.
Pero claro, para una democracia de mierda, ello significa una inversión intangible (que no se ve y no se toca), entonces, quien tome esa decisión jamás será reelecto porque los opinólogos de mierda dirán que no vieron obras.
Y esto empeora. Mientras escribo esta columna, el cadáver del fiscal Edgar Escobar aún está caliente. Al mismo tiempo, el Consejo de la Judicatura publica los nombres y apellidos de los nuevos jueces anticorrupción, para que de una vez sepan los sicarios a quienes disparar.
Y no me disculpo por mi indignación ni por mi boca. No puedo disculparme por mandar a la mierda a quienes nos tienen saturados de ella.
Llevamos demasiados años escuchando a analistas jurídicos, que jamás han pisado un tribunal penal, explicándonos cuáles son los problemas estructurales de la justicia.
Y el problema es que la mierda infecta el cuerpo, y cuando se infecta el cuerpo viene la septicemia. Y cuando ello ocurre es momento de desconectarnos.
Falta lo último que les quiero decir. Horas más tarde del sicariato contra ‘El Fiscalito’ (apodo de Edgar Escobar) el Consejo de la Judicatura y la Presidencia de la República dieron sus condolencias públicas a su familia. ¿En serio? No fueron capaces de darle protección, de gastar lo que les pagamos en impuestos, en seguridad para esas familias y tienen el descaro de dar el pésame. ¡Váyanse a la mierda!
Hoy Guillermo Lasso está en el poder (y por eso esto último se lo digo a él y no a otro ser imaginario): aún se puede salvar este país que me ha dado todo. En dos años será muy tarde. La mierda, Guillermo, queda en tus manos.