Con Criterio Liberal
Jóvenes, atentos: les están robando su legado
Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.
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¡Atentos jóvenes, les están robando!
Les están robando lo más importante que tienen: su legado.
Hay un tesoro maravilloso que ha sido acumulado por nuestros ancestros, un tesoro seleccionado a lo largo de los siglos, que es nuestra herencia como parte de la civilización occidental a la que pertenecemos y que tenemos el derecho de conocer.
Es el canon, son los clásicos, son todas esas historias tan bellas, relatadas por tantos escritores esforzados, personas como ustedes, que sufrieron y vivieron, y que tuvieron el talento de escribir algo memorable, eterno.
Los clásicos no son clásicos porque sean viejos (hay millones de libros escritos a lo largo de los siglos, y sólo unos pocos cientos de clásicos), sino que lo son porque las distintas generaciones han ido apreciando que les apelaban, que les transmitían, que les decían cosas importantes. Sobre el amor, sobre el valor, sobre Dios o sobre la amistad.
En definitiva, sobre ustedes mismos. Las mismas preguntas que se plantean, sus mismas inquietudes, ya lo hicieron mucho antes otros muchos, y sus tribulaciones quedaron reflejadas en esos libros que llamamos clásicos y que, seguramente, los ayudarán, no a encontrar una solución a sus problemas, sino a entender mucho mejor a lo que se enfrentan por analogía y comparación.
Y a ustedes, jóvenes, ni siquiera les han dicho en la escuela que existe este legado. Les han ocultado que tienen un tesoro que es de ustedes por derecho propio. Infames.
Les han enseñado textos bastante malos en los libros de lengua, los han adoctrinado con ideologías cursis y desfasadas, pero no les han indicado el legado de la tradición occidental en todo su esplendor; a reírse con El Quijote, a llorar con Shakespeare, a inquietarte con Dostoievsky, a descubrir Macondo con García Márquez y a elevarse con Santa Teresa.
Estarán solos con Robinson Crusoe en la isla, tomarán Troya con Aquiles y volverán a Ítaca, con Ulises, descubrirán la ambición con Stendhal y mil aventuras con Julio Verne.
El crush de Petrarca por Laura y la amistad en El último Encuentro, la inquietante llegada del Fausto. El amor hacia el mundo que siente Whitman y el odio que le tiene Bukowsky.
El poder en La fiesta del chivo y Las Mil y una noches que se pueden pasar desentrañando, La conjura de los necios o los misterios de los crímenes del Orient Express, A sangre fría. Viajarán a planetas con El Principito, o más allá aún con Deckard o Atreides…
Es tanto lo que se están perdiendo, que lo lamento muchísimo. Esos que les han graduado sin indicarles siquiera que tienen todas estas posibilidades -y muchas más- los han estafado.
Siento tener que ser yo quien se los diga, pero todas esas vidas eran suyas para revivirlas y se las han negado.
Y así, los han dejado indefensos ante el mundo, pues todo el acervo acumulado en los grandes libros por nuestros ancestros nos lo han ocultado. Pareciera que tendríamos que empezar todo de cero (y por eso vuestra generación sufre de ese adanismo y esos miedos apocalípticos), pues desconoce que otros muchos ya pasaron por donde ustedes están, y que pueden alzarlos a hombros de gigantes, y así avanzarán mucho más, pues ya sabrán, al menos, qué caminos es mejor no tomar.
Otro día hablaremos de los culpables, que ya pagan por sus crímenes culturales, con su ignorancia y ese rencor maldiciente hacia todo lo bello, sublime y excelso.
Pero a mí ahora me preocupan ustedes.
Es cierto que hasta hoy ustedes han sido víctimas de este hurto ignominioso, pues les han negado el saber de dónde procedemos, que somos herederos de un tesoro y que ahí está la clave de lo que somos.
Pero desde ahora ya saben que tienen un legado inmenso por recibir y el albacea es el bibliotecario o librero más cercano. O mucho más sencillo aún hoy en día, el Internet que tienen en sus celulares y desde el que me están leyendo y donde podrán encontrar tanto el canon que los guíe en las lecturas como la mayor parte de estas.
Sólo tienen que tener la mínima curiosidad para recibir lo que es de ustedes: el legado de la civilización occidental (que no es ni exclusiva de Occidente ni excluyente), condensado en los grandes clásicos de la literatura universal.
Vayan y reclámenlo, pues conocerlo los hará mucho más ricos y mejores.