Al aire libre
Joaquín López: un mantra masoquista me llevó a la meta
Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.
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Para nosotros, ver un camino en el bosque es una invitación a movernos. Para Joaquín López, un sendero entre rocas y espinos es ritmo desenfrenado. El Ilaló era su patio de juegos de niño y sus vivencias ahora son el motor y el sustento de su vida.
Muchos niños que crecen moviéndose libres en las montañas de Ecuador tienen esa opción, además del fútbol. El Trail abre oportunidades. Joaquín y su club Ecuadoruns tienen ese proyecto: concientizar a los ecuatorianos de que este deporte tiene potencial. Como él dice, “con la altitud y los genes incas, se corona una cumbre como si nada”.
Tenía 14 años cuando corrió su primera carrera de aventura. Después fue el Huairasinchi, la Northface, la Equinox Traverse, y en un proceso ascendente, la TDS, en Europa. Son 120 kilómetros de una topografía difícil, “técnica, salvaje, exigente” -como dice la página oficial.
“En la TDS iba corriendo lo más rápido que podía y no sabía en qué posición estaba. En eso mi novia que era mi abasto me dice: no llegues a la meta si no llegas décimo”.
Joaquín sonríe y continúa: “cuando terminé en el puesto 10, Cyril, que es uno de mis mentores, me dijo: yo sé que tú en unos años vas a estar en el top 10 del UTMB. Yo dije: ¡imposible!
Pero quedó sembrado el sueño de correr los 170 kilómetros alrededor del Mont Blanc, pasando por Francia, Suiza e Italia, la meta más difícil y esperada de todos los corredores de Ultra Trail.
En las fotos de esa hazaña de 2019, que lo consagró como el mejor latinoamericano de la competencia y el trailero #1 de Ecuador, Joaquín pasa la meta con un corredor asiático.
“Iba décimo y faltaban 60 kilómetros. En un abastecimiento le pasé a un chino, luego a Ho Chung Wong de Hong Kong, luego a un japonés. Son guerreros, tienen en su ADN algo de no rendirse.
Entre los cuatro nos ayudamos para aumentar el ritmo. Como latino me gusta sentirme acompañado y conversar. Con Ho compaginé y nos entendimos, él me apoyaba en las partes planas y bajadas, yo en las subidas, que son mi fuerte.”
Según Joaquín y otros corredores de distancias extremas, sobre los 100, cada kilómetro cuesta muchísimo, ya no importa qué tan preparado se está, sino si la mente va a aguantar. Yo iba repitiendo un mantra masoquista que me llevó a la meta: mientras más rápido corra, más rápido termino. Ya no parecías persona, me dijo mi novia”.
Sin embargo, faltando 5 kilómetros para llegar, Ho se equivoca de camino y tal es la solidaridad de Joaquín que le grita y le hace volver al trayecto.
“Quiero que tú ganes, dijo Ho. Discutimos y faltando un kilómetro decidimos llegar juntos. Quedamos sextos los dos. Fuimos los underdogs, o sea, la sorpresa”.
Joaquín entrena cuatro horas diarias, pero si está cansado, ese día no sale. Prefiere la noche y el calor. “Correr no debe ser una penitencia. Es encontrarle la diversión y para eso recomendamos una progresión lenta, empezar de a poco. Irle cogiendo el gusto, que la gente se enganche", dice
"Sin duda lo mejor es unirse a un grupo o que un amigo te lleve. Va contra nuestra regla dividir los corredores por niveles. Todos van juntos y unos apoyan a otros”, agrega.
Conocer lugares lindos, que se genere una comunidad, superar el estrés del trabajo. Que sea un espacio divertido mientras se hace algo saludable. Es la misión de Ecuadoruns que cuenta con más de 100 alumnos y está en varias ciudades del país.
Como siempre, uno acaba hablando de la pandemia. Las marcas mundiales de bici están sin stock, la avenida Amazonas ya tiene su carril de bicicletas, hay más gente haciendo deporte… son datos alentadores comenta Joaquín.
Dice: “no sé si les pasa a todos, pero ahora siento montón de apreciación por lo que se tiene. Con mi novia vivimos en un departamento minúsculo, pero estar en un lugar seguro hoy tiene un valor enorme. Cuando peor estuvo el encierro, por salud mental, salimos a respirar a una finca en el noroccidente. Hasta me olvidé del virus porque alrededor solo había árboles y pajaritos. El contacto con la naturaleza y esa simplicidad es siempre una meditación.”
¿Qué gran momento has vivido en el confinamiento? Cuenta que estaban asustados “metiditos en el departamento” y decidieron hacer un picnic en el techo, con una botella de vino. “Sentir el sol y el aire después de 20 días encerrados fue especial, nos sentimos vivos”.
“En la ‘nueva vida’ quiero ver más a los amigos, ser considerado, hablar con mi papá, agradecer. Estar más consciente de los detalles”.
Volvemos a hablar del Trail y de sus nuevos proyectos. “Me gusta ponerme retos que creo que no voy a lograr. Desde siempre sueño con la Godzone en Nueva Zelanda y una carrera de 360 kilómetros que cruza los Alpes italianos.”
Siempre estás feliz, cuál es la receta, le pregunto. Dice: apegarse a las cosas buenas, si me salió una ampolla digo: por lo menos está haciendo buen clima. Ver la vida de una manera más alegre.
“Tal vez el momento más feliz de mi vida fue saliendo de un río en kayak, cuando pensábamos que nos íbamos a morir después de 10 horas sin tomar agua limpia, la etapa más miserable; y en eso un sueco nos dice: oigan ahí hay una tienda".
"Lloramos, le abrazamos al sueco, me acuerdo hasta ahora la emoción. No suena tan importante, pero fue un hito en mi vida".