Canal cero
¡Tú reinarás! Cántico ecuatoriano
Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.
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La coronación de reinas de belleza es una costumbre muy establecida en Ecuador. Pero la frase '¡Tú reinarás!' no se refiere a las reinas sino a Jesús, rey de reyes, a cuyo corazón está consagrada la República.
En efecto, bajo el régimen de García Moreno, en 1873, en acto solemne, por decreto, nuestro país fue consagrado al Corazón de Jesús. Así se selló un pacto de este pueblo con su soberano, para conservar la fe católica y luchar contra la iniquidad, el liberalismo y el modernismo.
Se consolidó así el culto a Cristo Rey, que se extendió por todo el territorio y se lo consideró parte de una monarquía divina. El famoso cántico religioso "Tú reinarás", compuesto para este efecto dice:
Reine Jesús por siempre,
reine su Corazón.
En nuestra patria, en nuestro suelo;
que es de María la Nación.
Vista así, la patria es de Dios y de la Virgen. El catolicismo es la base de la nación ecuatoriana. La defensa de los intereses y valores tradicionales utilizaba al corazón de Cristo como principal arma.
De este modo, los adversarios del conservadorismo y del clero venían a ser enemigos de la patria y de la nacionalidad. Por eso se condenaba la separación de la Iglesia y el Estado, el laicismo, la libertad de conciencia y de prensa.
La lucha fue dura a lo largo de varias décadas, pero los liberales ganaron. Desde 1895 implantaron el Estado Laico. Sin embargo, la pelea por el poder político y por representar a la patria se agudizó.
Hasta la segunda mitad del siglo XX, el Corazón de Jesús estaba en el corazón de la nación ecuatoriana enfrentada a la impiedad. El himno de un congreso eucarístico, que se cantaba cotidianamente en las iglesias, decía:
Dios de amores, santa Eucaristía
Mira al pueblo de tu Corazón.
Todo es tuyo, lo ha jurado un día,
todo es tuyo, salva al Ecuador.
Solo cuando la sociedad se secularizó aceleradamente y predominó la demanda de justicia social disminuyó en empuje tradicional del monarquismo católico, que declinó desde los años sesenta del siglo XX.
El Concilio Ecuménico Vaticano II y el compromiso con los pobres impulsaron a quienes proclamaban que Cristo no vino a reinar sino a servir, sobre todo a los pobres, y que es nuestro hermano y no nuestro soberano; que el "Reino de Dios" es de amor y de justicia, no de triunfalismo reaccionario.
Leonidas Proaño, José Gómez Izquierdo, Alejandro Labaka, Inés Arango dieron testimonio de ese mensaje, como nuevos profetas.
Ahora ya no se oye cantar "¡Tú reinarás!". La Iglesia se ha modernizado y sus cantos también. Pero los clérigos de derecha siguen creyendo que servir a los oligarcas y banqueros es "obra de Dios".
Quizá no consideran ya rey a Cristo, pero se someten al reino del dinero y a los poderes de este mundo.