Contrapunto
Las Islas Hébridas que inspiraron a Félix Mendelssohn
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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Fue suficiente una visita a las cuevas de las Islas Hébridas para que el músico alemán, Félix Mendelssohn (1809-1847), escribiera uno de los poemas sinfónicos mejor logrados del romanticismo.
El Reino Unido era uno de los destinos preferidos de los músicos alemanes tras el éxito que tuvo en Londres su compatriota Georg Friedrich Händel (1685-1759).
Y fue apenas una visita turística a las islas, suficiente para inspirar al músico que poco antes había publicado su Sinfonía 3, conocida también como 'escocesa'.
La primera en conocer la partitura fue su hermana Fanny, una gran compositora a la que Félix confiaba toda su obra y que en algunos casos le corregía.
La leyenda señala que algunas obras atribuidas a Félix, en realidad las había escrito Fanny; existen variadas versiones sobre el hecho en el contexto de la marginación de la mujer en el ámbito de la música.
La obra fue compuesta en diciembre de 1830. Tiene la tonalidad de si menor y en principio fue calificada como una obertura, pero es una partitura independiente.
Una obertura generalmente es la introducción instrumental que se escribe para una obra monumental, por ejemplo, una ópera.
'Las Hébridas' es considerada una pieza musical tempestuosa, de un solo movimiento y en forma de sonata.
Como todo músico inconforme y perfeccionista, la borroneó varias veces y la guardó más de un año, hasta conseguir que sonara perfecta antes de estrenarla, dicen las biografías.
Al igual que otros músicos que se inspiraban en ciudades, ríos, bosques o querían expresar emociones, como por ejemplo las estaciones del año, Mendelssohn también se expresó a través de las notas musicales.
El primer nombre de la obra, tal como la concibió Mendelssohn, fue 'La isla solitaria', pero luego derivó en La cueva o La gruta de Fingal, hasta que finalmente adquirió el de 'Las Hébridas'.
Catalogada con el opus 26, el músico la escribió cuando recién había cumplido 20 años.
En esta obra, manifestaba el musicólogo alemán Hugo Leichtentritt, se encuentra toda la inspiración romántica de Mendelssohn.
"Se puede oír el destemplado grito de las gaviotas, el fragor de las olas crepitantes en la gruta rocosa; oler el aroma salobre del aire marino, gustar el acre sabor de las algas y sentir el alma melancólica de estas latitudes norteñas", decía Leichtentritt.
La cueva alcanzaba una altura de hasta 11 metros y se sostenía en columnas naturales de basalto, una roca volcánica muy dura, de colores verdes y negros.
Director de orquesta y pianista, Mendelssohn escribió sinfonías (13 en total), conciertos, oratorios, oberturas, música incidental, obras para piano, órgano y música de cámara.
Gran admirador de Bach, en 1829 se propuso y consiguió algo que parecía imposible en la época: dirigió la 'Pasión según San Mateo', que no se había tocado desde la muerte del denominado padre de la música, en 1750.
En la época ya se advertían en la sociedad alemana algunas tendencias antisemitas y el padre del músico Abraham Mendelssohn, un próspero banquero, decidió convertirse a la religión protestante y luterana.
De allí, según los historiadores, proviene el segundo apellido cristiano con el que solía firmar sus partituras: Félix Mendelssohn-Bartholdi o Bartholdy.
Por su origen judío no tenía acceso a las escuelas públicas de música, pero el padre contrató a los mejores maestros. Abraham quería estar seguro de que el hijo sí tenía condiciones para dedicarse exclusivamente a la música.
Lo llevó a Italia y su talento fue exaltado nada menos que por el gran músico Luigi Cherubini. Pero su carrera no fue muy larga, su hermana murió de una embolia cerebral en 1847 y, por la misma causa, pocos meses después moriría Félix Mendelssohn.