Contrapunto
Un insoportable escritor francés convertido en fenómeno literario
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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Los calificativos son variados, desde misógino y homofóbico hasta enemigo de los musulmanes y del símbolo izquierdista francés creado a partir de la insurrección conocida como Mayo del 68. Donde hay bronca política y literaria está Michel Houellebecq (1958) para generar peligrosas reacciones.
Autor de una decena de novelas -primero fue poeta- se ha convertido en el personaje que ya genera ensayos acerca de sus libros y de su vida; y sobre los contenidos provocadores de sus libros, que para algunos son insoportables de digerir, para otros imprescindibles, lo que sí es seguro: los temas siempre son incómodos.
Nadie le puede decir hipócrita; aborda con crudeza el erotismo, no disfraza las descripciones y es enemigo de los eufemismos. Lo mismo cuando tiene que hablar de religión o de Mayo del 68, tal como ocurrió durante la conmemoración del medio siglo de lo que algunos consideran fue una segunda Revolución Francesa.
Poco antes del Mayo francés, considerado como la mayor revuelta estudiantil y obrera contra el estatus quo, Houellebecq recordaba en una entrevista que el año anterior a ese episodio se había inventado la minifalda y que “ese sí era un buen motivo” para conmemorar.
En el aspecto literario cada una de sus novelas tiene algo de truculento o desenlaces insospechados; coincidencias históricas que fueron fatales.
Una de ellas en la novela Plataforma (2001), que aborda el turismo sexual, una idea destinada a terminar con el tradicional turismo de bronceados o de las cuatro S: Sea, Sand, Sun and Sex. La propuesta: un turismo exclusivamente sexual, no únicamente para hombres, también para mujeres solas, lejos de Europa, en Tailandia.
La idea turística se había convertido en un éxito, hasta que un comando fundamentalista islámico arrasó con un hotel, dejó mortandad y destrucción. La islamofobia queda retratada en la novela y ocurre que, coincidencia o no, a los pocos meses de su publicación se produce el atentado terrorista contra las torres gemelas.
La otra casualidad se produce por causa de Sumisión, la novela que muchos consideran la mejor escrita, en la que el autor describe una Francia de 2022, donde un político de origen musulmán llega al poder después del fracaso de los partidos políticos tradicionales.
Sin embargo a François, el personaje, no le parece mal la poligamia, pero cae en el prejuicio de que el jeque destina a las jóvenes del harem para el sexo y a las cuarentonas a la cocina y ordenar la casa.
La promoción y difusión de ese libro había logrado enorme expectativa, pero el 7 de enero de 2015 se produce el ataque de los hermanos Kouachi a la redacción de la revista humorística Charlie Hebdo, en cuya portada se publicaron caricaturas que ridiculizaban al profeta Mahoma; el resultado: 12 muertos y decenas de heridos.
La revista también ironizaba que Houellebecq se preparaba para asistir a su primer ramadán. Lo que el escritor sí tuvo que preparar, a toda prisa y por sugerencia de sus editores, fueron sus maletas para salir urgente de París y evitar cualquier posibilidad de un atentado contra su vida, algo similar a lo que hicieron con Salman Rushdie.
Dos días después del ataque se produjo otro en un supermercado judío que costó la vida a cuatro personas. La novela Sumisión “partió literalmente en dos a Francia”, afirma la filósofa Judith Revel en el ensayo Discutir Houellebecq, cinco ensayos críticos entre Buenos Aires y París.
Revel confirma la idea de que desde hace 20 años los editores del escritor giran siempre alrededor del personaje Houellebecq y no tanto en el texto publicado; además que en Francia los eventos literarios se transforman en hechos sociales y políticos.
Antes de escribir Sumisión, el escritor opinaba que creer en un solo Dios es una estupidez y la religión más imbécil es el islam; cuando se lee el Corán uno se queda petrificado, “la Biblia al menos es bella porque los judíos tienen un increíble talento literario”.
El amor y el erotismo, incluso los orgasmos, ocupan un lugar preferencial en la mayoría de sus novelas, pero quienes hablan son los personajes, como por ejemplo en El mapa y el territorio, donde el mismo Houellebecq es un famoso escritor que es retratado en un cuadro que llegó a valorarse en millones de euros, pero un traficante de obras lo asesina y despedaza su cuerpo.
En el mismo Mapa… se lamenta la muerte del escritor Frédéric Beigbeder, autor de Una novela francesa y de varias más; pero todo es ficción porque el novelista, nacido en 1965, vive en Francia y es además un prestigioso crítico literario, politólogo; así es Houellebecq.
En Las partículas elementales uno de los personajes, Annabelle señala que “los hombres no hacen el amor porque están enamorados, sino porque están excitados”. (Cita de los Cinco ensayos).
Y remata que “la vida sexual del hombre se divide en dos fases: la primera, en la que eyacula demasiado pronto, y la segunda, en la que ya no se le pone dura”.
Aquí la narración corresponde a uno de los personajes de La posibilidad de una isla. En esta misma novela Daniel, el personaje que hace el papel de showman se inventa un espectáculo antipalestino, al que denomina Mejor con libertinas palestinas. Hijo de un matrimonio de militancia comunista, alguna vez dijo que le gustaba Stalin, pero con la inmediata aclaración de que mató a un montón de anarquistas.