Leyenda Urbana
Los indígenas han jugado con el fuego del poder y varias veces se han quemado
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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Las luchas reivindicativas del movimiento indígena son memorables. Irrumpieron en la escena nacional, en junio de 1990, al protagonizar el primer levantamiento indígena, durante el gobierno de Rodrigo Borja (1988-1992).
Otro levantamiento logró que el gobierno de Sixto Durán Ballén (1992-1996), aprobara la Ley Agraria. En la mesa de negociaciones, en Carondelet, estuvo Nina Pacari.
Con una larga historia de luchas reivindicativas, el movimiento indígena ecuatoriano ha vivido momentos de gloria y también de frustración. Ha estado en el poder y también en la otra orilla.
En enero de 2000, tras la caída de Jamil Mahuad, Antonio Vargas, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas, Conaie, integró un triunvirato junto con el coronel Lucio Gutiérrez (quien luego fue reemplazado por el general Carlos Mendoza) y con el expresidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Solórzano.
Duró pocas horas, ya que el vicepresidente Gustavo Noboa juramentó como presidente en reemplazo de Jamil Mahaud, quien fue derrocado por una revuelta en la que intervinieron el movimiento indígena y los militares, tras decretar un feriado bancario.
En 2002, en una alianza entre Pachakutik, brazo político de la Conaie, y Sociedad Patriótica de Lucio Gutiérrez llevan al poder al coronel. Estuvieron con le gobierno solo seis meses. Se fueron cuando el Gutiérrez firmó un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y subió el precio de los combustibles y la electricidad.
Los indígenas ecuatorianos han jugado con el fuego del poder y, muchas veces, se han quemado.
A Rafael Correa le apoyaron para que ganara las elecciones en 2006. La víspera de su posesión, le entregaron el bastón de mando, en Zumbahua, en una ceremonia en la que estuvieron Hugo Chávez y Evo Morales.
Pronto, Correa los hizo a un lado. Dividió al movimiento entregando cargos, incluidas embajadas, a algunos de ellos. A la dirigencia la llamó “ponchos dorados”.
El músculo político que la Conaie exhibe ante al gobierno de Lenín Moreno no lo mostró durante el gobierno de Correa que los persiguió, deslegitimó su trayectoria, y hasta encarceló a algunos de sus miembros.
Lo que sucede en estos días con la Conaie podría ser visto como uno de sus mejores momentos, luego de que consiguieron que el presidente Lenín Moreno se sentara en la misma mesa para comprometerse a derogar el decreto 883 que eliminaba el subsidio a los combustibles.
Pero no es así. Sobre sus hombros pesan los hechos de violencia nunca antes vistos en el país en una movilización, en los que se detectó la presencia de grupos infiltrados y hubo actos delictivos.
Tampoco podrán borrar de la mente de la gente las terribles imágenes cuando obligaron a subir a la tarima a periodistas y policías para luego someterles al escarnio público.
Y quién podría olvidar el discurso del presidente de la Conaie, Jaime Vargas, clamando a las Fuerzas Armadas quitar el apoyo al presidente de la República, a quien llamó “patojo de mierda”.
Pedir, a gritos, y ante el país entero (exigieron a los periodistas transmitir en vivo lo que sucedía en el ágora), un golpe de Estado, es de los hechos más funestos de la historia del movimiento indígena, aunque luego Vargas se haya disculpado.
Las palabras de Lourdes Tibán, exasambleísta por Pachakutik, de que “el correísmo se tomó el levantamiento indígena, y que el vandalismo vino desde el correísmo y eso no lo podemos tapar”, han calado hondo.
También las dichas por Salvador Quishpe, dirigente histórico, de que la movilización fue tomada por el correísmo. Quishpe dijo estar en desacuerdo con el manejo de la crisis.
Terminada la protesta las acciones prosiguieron en la Amazonía. En una amplia reunión, Jaime Vargas anunció la creación de un ejército. Y, aunque después ha intentado matizar, diciendo que no sería una organización armada, ha causado controversia.
Sobre Jaime Vargas y sus últimas acciones el excanciller Benjamín Ortiz sostiene que maneja una estrategia de poder, y precisa tres actos: primero, frente al presidente de la República no planteó ninguna reivindicación, solo quería la derogación del decreto 883; un trofeo. Segundo acto de poder: tener un ejército propio y, tercer acto de poder: voy a organizar un Estado dentro del Estado.
Pero no es todo. En los últimos días, Jaime Vargas se ha trenzado en una bronca con el periodista peruano que reside en Miami, Jaime Bayly, quien en su programa de TV ha hecho serias acusaciones que el dirigente indígena ha rechazado. ¡Así estamos!