Con Criterio Liberal
Inaugura su gobierno Lasso, lleno de esperanzas. Difícil es no defraudar
Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.
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En el acto previo a la toma de posesión de Guillermo Lasso, organizando por la Fundación Internacional para la Libertad, estuvieron José María Aznar, Mario Vargas Llosa, Leopoldo López y Corina Machado.
Álvaro Vargas Llosa dijo que: "Ecuador se convierte en el bastión de la libertad, Quito es hoy la capital de la libertad".
Una frase emocionante y alentadora para muchos, y que no puede extrañar si consideramos que de los gobiernos de América Latina, dos que son de derecha están en graves dificultades por las revueltas de la extrema izquierda: Colombia y Chile.
Y todos los demás, salvo Uruguay con Lacalle Pou, y en cierta medida Guatemala, Honduras o Paraguay, son de izquierda o tienen gobiernos populistas, como el de Jair Bolsonaro, en Brasil, o el de Nayib Bukele, en El Salvador.
No deja de haber una cierta contradicción en el deseo liberal de éxitos a un gobierno. El liberalismo, por definición, desconfía del poder político pues sabemos que los problemas de una sociedad no los resuelve un líder salvífico, sino que tan solo puede dar un marco de desarrollo favorable. Y que la gestión es siempre más complicada que la teoría.
El Presidente Guillermo Lasso se ha rodeado de un gabinete que destaca por su capacidad y su formación. Muchos de ellos con sólida formación liberal y la convicción de que se puede lograr un mejor futuro para Ecuador si tan solo la normativa permite a toda la sociedad colaborar para ello.
Los retos a los que se enfrenta Ecuador son ímprobos, y en los siguientes años surgirán aún más, incluso es posible que provocados por aquellos que parecen ni entender el juego democrático. Peor con una Asamblea tan dividida e intereses tan dispares.
Comienza el mandato de Lasso con la ilusión de un mejor Ecuador, y en los próximos 4 años, ojalá se pueda lograr, pero no hay milagros ni solución para todos los problemas. Aunque sí se puede cambiar el rumbo del país hacia el desarrollo.
Se puede paliar la dramática situación de ese tercio de los ecuatorianos que están por debajo de la línea de la pobreza; generar empleo, que es el camino hacia la prosperidad; atraer inversiones y reducir la deuda; fomentar empresas productivas y alianzas público-privadas como las anunciadas con respecto a las carreteras, el Banco del Pacífico o CNT.
Y cuestiones mucho más difíciles de medir, pero las más importantes en el mediano plazo: generar institucionalidad. Un uso del poder presidencial y del Estado, moderados.
Lograr una mejor educación, una mejor sanidad, un equilibrio presupuestario, aumentar el comercio con la presencia en la Alianza del Pacífico. Más oportunidades. Un Ecuador mejor.