Lo invisible de las ciudades
Hotel Quito: No dejar caer
Arquitecto, urbanista y escritor. Profesor e Investigador del Colegio de Arquitectura y Diseño Interior de la USFQ. Escribe en varios medios de comunicación sobre asuntos urbanos. Ha publicado también como novelista.
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Dentro de exactamente siete días, se definirá el Quito que vivirán las próximas generaciones. El próximo miércoles 28 se realizará la audiencia donde se definirá el futuro del Hotel Quito. Ante la intención de sus actuales propietarios, de construir un proyecto inmobiliario en uno de sus lotes, se presentó una acción de protección que lo impida, ante la edición de su ficha patrimonial.
El nuevo proyecto inmobiliario que se ha planeado es un bloque de seis pisos de altura, a ubicarse en el segundo predio del hotel, donde existen actualmente espacios verdes y servicios complementarios.
La propietaria del hotel aduce que, por tratarse de otro predio con otro código catastral, no es patrimonial. Sin embargo, en dicha argumentación, se omite que el terreno en cuestión fue incorporado al hotel por pedido del presidente Camilo Ponce Enríquez, para permitir la integración del hotel en el paisaje urbano del naciente Quito moderno. Para lograrlo, se expropiaron 8 lotes, que antes configuraban una cuadra independiente. Algunos de ellos incluso contaban con viviendas en proceso de construcción.
Esto marca un precedente importante dentro del contexto histórico del hotel y del sector. El Quito no solo fue concebido para dar cabida a modernas instalaciones turísticas; se lo hizo también con el propósito de que pueda ser visto; de lucirlo.
Si este predio llegara a ser alterado, debería servir para establecer en él un parque que ocupe toda su extensión. Quizá la propietaria del hotel debería considerar esa opción, a través de una permuta con el municipio, que le permita adquirir otros terrenos donde sí pueda realizar proyectos que no perjudiquen el patrimonio histórico moderno de la ciudad. Opciones hay muchas; la voluntad de encontrarlas, no.
En lugar de buscar alternativas conciliadoras, los propietarios del Hotel Quito han puesto una denuncia contra el INPC, por interferir con sus proyectos. Mejor sería que dirijan esas demandas contra quien les dio la mala asesoría que los llevó a comprar un inmueble patrimonial, para -supuestamente- usufructuar de este.
Los delitos se cometen con la participación de dos partes. “You need two to tango”, dicen los gringos. En nuestro medio se ha vuelto común, que la complicidad venga de quienes deberían mantener el orden y las normas. A través de su sospechosa pasividad, caen en el típico “dejar hacer” o “dejar caer”. Casi siempre, esto se logra invocando a la ley; pero no como un sustento moral, sino como un instrumento aprisionador, que dice buscar la justicia, pero impide que esta se concrete.
El pasado 22 de febrero, en la Comisión de Áreas Históricas del MDMQ, Andrés Núñez, arquitecto e historiador que ha liderado la defensa del Hotel Quito, compartió sus válidas preocupaciones al respecto. Sin embargo, desde aquel instante, ya se podía apreciar cierta desidia entre los miembros de dicha comisión, que anticipaba el desgano con el que trataría el tema. Se mencionaba al acta catastral como el único documento válido para tratar este problema; lo cual ya evidenciaba una postura parcializada ante el caso presentado por Núñez.
Hasta la fecha, la ficha patrimonial sigue sin ser homologada, quemando tiempo para que salga la aprobación del nuevo proyecto, por parte de la Entidad Colaboradora, la antesala de la aprobación municipal.
En conclusión: seguimos en el reino donde la pasividad es la mejor manera de boicotear los procesos. Quienes tienen mayor poder o influencias usan estas estrategias, para salirse con la suya.
En reiteradas ocasiones he sostenido que la identidad histórica de nuestro país -esquizofrénico, como decía Miguel Donoso Pareja- es el resultado de una ciudad sustentada en la Memoria (Quito) y otra basada en la amnesia (Guayaquil). Sería una pena que Quito se convirtiera en una segunda ciudad que basara sus decisiones en el olvido del pasado.