De la Vida Real
Hermita y su mamá vinieron a conocer Quito en pleno paro
Es periodista y comunicadora. Durante más de 10 años se ha dedicado a ser esposa y mamá a tiempo completo, experiencia de donde toma el material para sus historias. Dirige Ediciones El Nido.
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Nos conocimos hace 19 años, cuando me fui a estudiar un año de universidad en Chile. Era invierno y nunca había sentido tanto frío. No conocía a nadie, y era mi primer día de clases.
Yo estaba solita en el pasillo de la universidad. Se acercó a mí como si hubiéramos sido amigas de toda la vida:
-Hola, ¿tení fuego? -Me preguntó.
Feliz de que alguien me hubiese hablado, le respondí:
-Claro.
Y saqué la fosforera. Desde ese instante supe que ella era mi alma gemela chilena. ¿Cómo supo que fumaba? ¿Cómo supo que necesitaba una amiga en medio de tanta soledad? ¿Cómo supo que teníamos el mismo amor por la comida?
-¿Querí luego de clases ir a desayunar? ¿Tú no eres de aquí, cierto?
-No, soy de Ecuador.
Estoy segura de que ella supo que yo era su alma gemela del extranjero.
Ella se llama Herma y es dos años mayor que yo. En esa ápoca ella tenía una hija de tres años. Nunca se hizo lío de ser madre soltera.
En ese entonces para mí la maternidad era algo demasiado lejano en el tiempo y en el espacio. Las clases se terminaban, y ella se iba a su casa a ver a su hija. Muchas veces yo la acompañaba.
La Herma en realidad nunca se hace problema por nada. Es una mujer práctica, y la vida con ella fluye. Si algo malo le pasa, lo toma como experiencia. Cuando estoy con ella sopla esa pequeña brisa que refresca la vida.
Ha venido tres veces a Ecuador: la primera sola, luego de muchos años vino con su novio y ahora le trajo a su mamá, quien también se llama Herma y es igual de ligera que su hija.
-Valita, voy al Ecuador el 13 de junio con mi mamá. Le quiero regalar el mejor viaje de su vida al mejor país del mundo. -Me escribió hace 20 días.
Desde que leí ese mensaje no hice otra cosa que pensar en todos los lugares a los que las iba a llevar, y todos los paseos que íbamos a hacer. Mi mente estaba con ellas planeando las mejores vacaciones de la historia.
-Valita, tú me habías hablado de Loja. Quiero llevarla a mi mamá, y también a Vilcabamba. Averigua cuánto tiempo se hace desde Quito y qué bus debo tomar.
-Claro, Hermita, ya te doy averiguando.
Efectivamente, le mandé un itinerario detallado. Pero El Wilson, mi marido, quien está enterado de la realidad nacional, me dijo que era mejor que no fueran en bus porque en la carretera había protestas por algo de la minería, que era mejor que tomaran un avión.
Ella que ama al Ecuador nos hizo caso en la mitad del consejo.
-Perfecto, Valita, llego el 13 de junio a tu casa, y el 14 a las tres de la mañana nos vamos en avión para Loja, pero el regreso sí lo voy a hacer en bus, porque quiero que mi mamá conozca Baños.
El 12 de junio, un día antes de que vinieran, le escribí:
-Hermita, llegan a un Quito revuelto. No les puedo ir a ver al aeropuerto, sino que les voy a dar el contacto de un taxista de confianza.
-Ok, Valita.
Llegaron a mi casa a las ocho de la mañana. Les preparé un desayuno delicioso. Las llevé a conocer Conocoto y parte del valle de Los Chillos y no paré de hablarles de lo hermoso que es Loja, de las delicias que se comen y de lo encantadora que es su gente.
En resumen, les dije que Loja y Conocoto son lo más bello que tiene Ecuador. Teníamos planeado ir el siguiente sábado a Cayambe y a Otavalo, pero con el paro indígena esos planes se truncaron. Sin embargo, su viaje a Loja seguía en pie.
Debían estar a las 04:45 en el aeropuerto, el taxista amigo me escribió que las venía a ver antes porque las vías al aeropuerto podían estar cerradas.
-Valita, he llegado a un Ecuador revuelto. No hay como turistear porque nos dicen que las calles están bloqueadas y no podemos pasar a Tungurahua. Espero que podamos ir a la playa luego. No sé qué más hacer, pero estamos pasando lindo. Tengo muchas ganas de que mi mamá conozca Baños y Otavalo. Espero que las cosas se calmen, porque tengo comprado el tour para el Centro de Quito, la Mitad del Mundo y Mindo, a partir del 19.
-No sabes la pena que tengo de que hayan venido en pleno paro nacional.
-No sabes la frustración que siento de que el tiempo pase y el paro siga, y mi mamá no conozca más.