El heredero de Hitler y los Corleone
Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
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Muchos comparan a Putin con Hitler y le acusan de fascista. Si nos atenemos a la definición extrema de Madelaine Albright, que fascista es un matón con un ejército, tienen razón.
A ello se añade, claro, el expansionismo con la consigna del espacio vital, el delirio de grandeza, la mentira sistemática, la revancha por la humillación infligida por las grandes potencias y la masacre de Ucrania perpetrada por ambos.
Son muchas también las diferencias históricas y sociales, pero en esta semana en que El Padrino –esa gran película que mitificó a los mafiosos– cumple 50 años, cabe recordarla aquí, puesto que la camarilla de oligarcas del Kremlin puede ser comparada también con la familia Corleone.
Ello porque ambas acumulan fortunas, corrompen todo lo que tocan y eliminan sin ningún escrúpulo a sus adversarios. Y porque, ojo, sin el glamur del cine y las soberbias actuaciones de Marlon Brando y Al Pacino, los mafiosos sicilianos son unos crueles y vulgares asesinos, como lo eran los gánsteres nazis y como Stalin, el ícono de Putin que también causó millones de muertes en Ucrania.
Mas moderno, Putin recurre al polonio contra los disidentes, pero él también fue un matón adolescente en las calles de Leningrado –ciudad que fuera sitiada por los nazis– antes de culminar su formación letal como agente de la KGB.
Tras el derrumbe de la URSS, solo quedó en pie precisamente la KGB, una estructura mafiosa cuyos cuadros mutaron en políticos mientras otros excomunistas se apropiaban de las empresas estatales, volviéndose obscenamente ricos. Algunos de ellos son los oligarcas que rodean a Putin y exhiben yates de USD 600 millones.
Al estilo de Don Corleone, Putin tiene a sueldo, o ha vinculado económicamente, a altos políticos alemanes, franceses o ecuatorianos, así como a periodistas y grupos de diversa ideología que defienden sus políticas y sus guerras.
Por último, el ruso, como Michael Corleone, cree en la familia y las tradiciones y tiene ese rostro helado que no trasluce ninguna emoción.
Pero si Corleone es obligadamente discreto, Putin difunde fotos con el torso desnudo, reforzando su imagen de macho, judoca y cazador cuando solo un cobarde puede lanzar un ejército descomunal para masacrar a un pueblo hermano que anhela la libertad.