Canal cero
Kissinger, golpista y depredador
Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.
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Con ocasión de su muerte, Henry Kissinger recibió homenajes en todo el mundo, China incluida, pero nadie podrá ocultar su papel y el de Estados Unidos en el derrocamiento del presidente socialista Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973.
La Administración del presidente Richard Nixon y su asesor de Seguridad Nacional y luego secretario de Estado, buscó impedir el arribo de Allende al poder en 1970 y luego empeñó enormes recursos para derrocarlo.
Nixon y Kissinger negaron el papel de Estados Unidos en la oposición al gobierno de la Unidad Popular y en el golpe. Pero ya en septiembre de 1974, The New York Times reveló las operaciones encubiertas de la CIA para derrocar a Allende.
El Congreso estadounidense abrió una investigación. Se publicó entonces el estudio Covert Action in Chile 1963-1973 de un comité especial del Senado (la comisión Church). Pero el gobierno ocultó información.
La estrategia de desestabilización contra Allende quedó probada en cientos de documentos desclasificados por Estados Unidos tras la detención en Londres de Augusto Pinochet en 1998, a través de la organización sin ánimo de lucro Archivo de Seguridad Nacional, con sede en Washington, que publicó conversaciones privadas, llamadas telefónicas y operaciones políticas para derrocar al gobierno socialista.
Los documentos muestran que Kissinger influyó de manera decisiva en la política que el Gobierno estadounidense tenía hacia Chile, que incluyó un intento para impedir que en 1970 Allende asumiera la presidencia.
“Chile podría terminar siendo el peor fracaso de nuestra Administración: ‘nuestra Cuba’ en 1972″, destacó en un memorándum. Temía la influencia mundial de la vía chilena al socialismo. “El ejemplo de un exitoso Gobierno marxista electo en Chile seguramente tendría un impacto –e incluso un valor precedente– para otras partes del mundo, especialmente en Italia.”, analizó Kissinger en los documentos desclasificados.
Kissinger fue clave, además, en el apoyo estadounidense para consolidar la dictadura de Pinochet (1973-1990). A propósito de una visita a Santiago en 1976, no reclamó al dictador por las violaciones a los derechos humanos. “Queremos ayudarlo, no perjudicarlo”, dicen los papeles que el Archivo de Seguridad Nacional de EE. UU. publicó por los 100 años de Kissinger.
“Simpatizamos con lo que están tratando de hacer aquí”, afirmó Kissinger en el encuentro privado con Pinochet, “hizo un gran servicio a Occidente al derrocar a Allende”. Y añadió: “Mi evaluación es que usted es víctima de todos los grupos de izquierda del mundo y que su mayor pecado fue derrocar a un Gobierno que se estaba volviendo comunista”. Lo dijo en los peores años de represión en Chile, que produjo miles de muertos y desaparecidos.
Kissinger apuntaló el derrocamiento por golpe de estado de un mandatario constitucional que murió defendiendo la democracia. ¿Dónde queda el “consumado demócrata”, el “paladín de Occidente”? En la memoria del genocidio chileno y de las matanzas en Camboya.