Una Habitación Propia
"He oído a mi Madre hablar de ti"
María Fernanda Ampuero, es una escritora y cronista guayaquileña, ha publicado los libros ‘Lo que aprendí en la peluquería’, ‘Permiso de residencia’ y ‘Pelea de gallos’.
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Cuando era niña leí en un libro religioso una frase que me marcó muchísimo. Decía: “vive de tal manera que cuando llegues al encuentro con Jesús Él te diga he oído a mi Madre hablar de ti”.
Esta frase preciosa venía a cuento de la importancia de encomendarse a la Virgen María, adorarla y seguir sus enseñanzas.
Yo, una niña con la fe que nada más pueden tener las niñas gordas, solitarias y raras, encontré en esa pequeña oración algo así como un nuevo mandamiento: cuando me llegue el día, Ella, la Madre, le hablará a su hijo de mí, de mi amor y mi bondad hacia este mundo y todas sus criaturas.
De esa lectura deben haber pasado más de treinta años y, aunque ya no tengo la fe y la inocencia de la niña gorda, sigo pensando en que la lección más importante de mi vida la aprendí de la religión católica: ama, carajo, ama.
Escribo esto pensando en la Virgen hablándole a su hijo de todos los y las creyentes que contrarían el único mandato de Jesús: ama a tus hermanos y hermanas.
Pienso específicamente en quienes se han revolcado en su propia bilis al ver que en la Marcha del Orgullo en Guayaquil estuvo el actor Mario Suárez disfrazado de Virgen, con un cartel pidiendo: “con mis hijos no te metas”.
Nada más coherente con el espíritu de la religión que tanto quise y que de tanto dolor me salvó, que pedir a sus creyentes que no odien a ninguno y a ninguna de los hijos y las hijas de la Virgen.
Eso incluye, por supuesto, a sus hijos e hijas homosexuales a los que ella, estoy segura, metería bajo su manto para proteger de las piedras de la intolerancia ecuatoriana.
No sé a qué religión de odio pertenecen esas personas que claman contra la diferencia. A la que yo conozco –y que me hizo la persona que soy– estoy segura de que no.
De todos modos, el mensaje del libro que leí en mi infancia puede tener dos lecturas: la Virgen hablará a su hijo también de los odiadores.
Ellos –y no los perseguidos– son los que tendrán que rendir cuentas cuando llegue el día en que un Jesús decepcionado que les dirá: “he oído a mi Madre hablar de ti”.