El indiscreto encanto de la política
¿Habrá protestas en Brasil?
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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La respuesta honesta es “no lo sabemos”. Si bien la popularidad del presidente Jair Bolsonaro ha decaído significativamente, todavía sus números son bastante aceptables; por otra parte, la inflación y las tasas de interés registran mínimos históricos, el desempleo ha disminuido ligeramente y el riesgo país recupera las positivas cifras de 2013.
Tanto en Ecuador como en Chile las masivas protestas se activaron por subidas de precios. En Ecuador -como resultado de la eliminación de los subsidios a los combustibles- la gasolina regular subió un 25% y el diésel, un 119%; por su parte, en Chile el “gatillo” fue el incremento de 30 pesos (un 3,75% adicional) en el pasaje del metro.
En contraste, la inflación en Brasil apenas llegará al 3% hasta fin de año. Incluso, durante el mes de septiembre se registró una reducción de precios en varios productos sensibles como alimentos, bebidas y artículos para el hogar.
Por supuesto, la subida de los precios solo fue la punta del iceberg de las protestas chilenas y ecuatorianas. En ambos casos, la efervescencia social respondió a una acumulación de varios años de frustración y de descontento con sendos sistemas políticos y económicos que no han sabido sintonizarse con el pulso ciudadano.
Desde esta perspectiva, los brasileños ya tuvieron su lapso de catarsis. El descontento con el gobierno de Dilma Rousseff, la indignación con la corrupción y, en general, la profunda desilusión con el sistema condujo a que, durante 2015 y 2016, varios millones de ciudadanos salgan a las calles.
Incluso, el triunfo de Jair Bolsonaro fue el resultado de estas protestas. El entonces candidato supo apropiarse del descontento con el Partido de los Trabajadores y a pesar de sus discursos cargados de racismo, homofobia y misoginia, su propuesta de mano dura a la corrupción, valores conservadores y economía liberal le permitieron alcanzar el 55% de los votos en 2018.
Por supuesto, el escenario no deja de ser complejo para Bolsonaro. Su popularidad ha disminuido al 34%, los comentarios agresivos y desafortunados no han cesado (y empiezan a pasarle factura) y existe una sensación de aislacionismo en el escenario geopolítico internacional.
En principio pareciera que no existen condiciones suficientes para que se desate una explosión social en Brasil; no obstante, en América Latina las protestas son altamente contagiosas.