El Implacable VAR
El profe Alfaro resultó ser un cazador de utopías monetarias
Periodista, comunicador, escritor y docente. Comenta y escribe de fútbol desde hace 25 años.
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El entrenador Gustavo Alfaro resultó ser mucho más terrenal de lo que pintaba su imagen oficial. Siempre se mostró como un guía paternal, un elevado profesional cuyas palabras apuntaban a enaltecer el espíritu competitivo de sus muchachos. Era Aristóteles, pero con balón.
El libro en que narra su paso por la Selección de Ecuador se titula, precisamente, 'Cazadores de utopías imposibles'. Bueno, hay un pleonasmo en esa frase porque una utopía es un sueño imposible. Pero el mensaje es este: mientras más difícil sea el objetivo, más empeño hay que poner para alcanzarlo. Cómo no estar de acuerdo con eso. Cómo no sentir ganas de ponerse la camiseta y saltar a la cancha para marcar un gol.
Pero resulta que, al final, las palabras son solo eso, palabras. La segunda parte del libro debería titularse 'Cazadores de utopías millonarias'. Da la impresión de que Alfaro no siguió en Ecuador por darle más valor al dinero que a la utopía.
Gustavo Alfaro y el dinero
El problema no es su derecho a reclamar los valores que se le adeuden. Por supuesto, debe exigir que se le pague lo acordado. El problema está en que el modo de plantear esas exigencias rompió una relación estupenda y desvirtúa la utopía.
Deslizar información a periodistas del exterior para quejarse de la deuda no fue elegante. Y menos para anunciar juicios y cálculos de bonos por partidos en el Mundial.
Queda la sensación de que Alfaro fue Qatar a recolectar billetes y que tenía la mente puesta en las cifras de la cuenta bancaria y no en los números de los rivales.
Y Senegal no era el rival a vencer para acceder a octavos de final, sino el obstáculo para que Alfaro se hiciera millonario.
La plata en discordia
Por supuesto, esto no habría sucedido si la Ecuafútbol hubiera pagado a tiempo el dinero pactado. Así, el entrenador tendría menos espacio de maniobra para exigir más de la cuenta. Hoy, Alfaro también pide dinero extra por dirigir en el Mundial y que se asuma un monto por impuestos.
En cifras redondas, la Federación le debe USD 1,5 millones, pero Alfaro cree que merece cuatro millones. Sería terrible que esto acabe en una telenovela judicial.
Lo que sí queda claro es que Aristóteles era en realidad el señor Burns.