El Implacable VAR
Gustavo Alfaro y el fin de su ciclo en Ecuador
Periodista, comunicador, escritor y docente. Comenta y escribe de fútbol desde hace 25 años.
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El entrenador Gustavo Alfaro merece continuar al frente de la selección de Ecuador. Pero un nuevo ciclo puede ser innecesario para el DT.
Hay motivos para que siga en el banquillo tricolor. Alfaro acertó en la mayoría de los 35 partidos que dirigió y su liderazgo es innegable.
Pero también hay razones para dejarlo ir y expresarle, con mucha gratitud, ¡adiós, profe Alfaro!
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Cumplió su meta principal
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Gustavo Alfaro cumplió con su meta principal: crear la Selección ecuatoriana del futuro. Ir al Mundial de Qatar 2022 era un objetivo secundario. El nuevo camino será diferente. De entrada, no existe un relevo claro para Enner Valencia, con 33 años, en el ataque. En los otros puestos de la cancha, no se trata de buscar jugadores. ¡Ya fueron encontrados! Ahora viene la madurez y la consolidación.
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Segundas partes nunca son buenas
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Ningún entrenador de Ecuador triunfó en su segunda etapa. Hernán Darío Gómez pasó de la idolatría del Mundial 2002 a ser detestado por la Copa América del 2003, y renunció por fax. Luis Fernando Suárez, gestor del Mundial 2006, perdió el apoyo de los jugadores en el ciclo siguiente y se fue tras una goleada en Asunción. Reinaldo Rueda ni siquiera tuvo una segunda oportunidad tras el Mundial del 2014. Cuatro años parecen ser suficientes.
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Es mejor salir entre aplausos
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"La honra suele ser difícil de ganar y ligera de perder", dice el refrán. Alfaro será amado para siempre en Ecuador porque construyó de la nada un equipo competitivo y lo puso a luchar por "el mejor Mundial de su historia". Irse en medio de los aplausos y en los mejores términos, al mismo tiempo, es un lujo que pocos entrenadores suelen tener.
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Aquí habrá muchos problemas
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A sus 60 años, y gracias a este éxito en la Tricolor, puede cerrar su carrera en otro lado. En México quieren un DT con sus características. Pero, si decide seguir en esta tierra de habituales ingratos, deberá resistir la presión deportiva (Alfaro competirá contra sus propios logros) y la que aplican los clubes y empresarios para promocionar a sus jugadores. Y hay temas no resueltos, como el caso Byron Castillo, que es mejor dejar atrás.