El Chef de la Política
La gran alianza
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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La gran alianza, no aquella entre Reino Unido, Unión Soviética y Estados Unidos, sino la nuestra, la que ha nacido entre Revolución Ciudadana (RC) y Pachakutik (PK), da cuenta de lo que es capaz la política real y del conjunto de intereses, contradicciones y conflictos que se juegan alrededor de la toma de decisiones públicas.
Precisamente desde el punto de vista de lo que la política es y no desde el que la contempla como lo que debería ser, la alianza entre los ex verdeflex y el ala rebelde del movimiento del arco iris es plenamente comprensible.
Los viejos aliados de 2006, cogobernantes en un período de tiempo, feroces enemigos en otro, han vuelto hoy para estrechar manos y llegar a acuerdos.
Aunque los términos del nuevo pacto son algo distantes a los de antaño, pues la aplastante mayoría de inicios de este siglo es parte del recuerdo, la gran alianza los coloca, sobre todo en la Asamblea Nacional, como el pivote alrededor del que girarán las próximas decisiones clave del país.
La figura de pivote es estratégica pues a partir de ella RC y PK pueden llegar a acuerdos tanto con socialcristianos como con socialdemócratas, en función de los temas que se traten y de los intereses y expectativas que al respecto tengan unos y otros.
En cualquiera de los casos, las mayorías estarán siempre marcadas por las pretensiones del eje articulador o pivote, mientras que los costos de las coaliciones se podrán distribuir entre todos los participantes de las votaciones.
Así se pueden entender algunas de las recientes decisiones en la legislatura y así se puede leer también el intento, aún no calificable como fallido, de destituir a la presidenta de la Asamblea Nacional.
En realidad, lo único que aún parecería estar en discusión es quien se haría cargo de ese espacio de poder. La mejor opción para la alianza RC-PCK es alguien de su propio seno, como la asambleísta Mireya Pazmiño, que no solo mantendría la cuota del movimiento indígena, sino que además ratificaría la representación femenina en la presidencia.
Para RC acceder a ese cargo es demasiado desgastante y saben bien que podrían ganar más influencia con la reconfiguración del CAL y de algunas presidencias de comisiones.
El PSC se apunta a formar parte de esta mayoría también a cambio de algún asiento en el CAL, sin dejar de lado la posibilidad de que, por alguno de los avatares de la vida, uno de sus integrantes sea mirado como opción para dirigir la Asamblea Nacional.
Se dice que lo que no pudo hacer la sobrina en el Consejo de Participación Ciudadana lo podría lograr el tío.
Nada extraño sería que por ahí surja la opción socialcristiana como tampoco resultaría raro que el ungido sea alguien de los llamados independientes, esa rara estirpe que, con representación de un voto, en más de una ocasión llegó a presidir la legislatura ecuatoriana. En fin, solo es cuestión de tiempo porque la coalición para ese tema parece estar definida.
Aunque la Izquierda Democrática (ID) no es parte en esta ocasión de los acuerdos con el jugador pivote de la Asamblea Nacional, lo será en otros temas, sin duda.
La gran alianza parece tener una forma de operar clara, aunque los beneficios del ala rebelde de Pachakutik no lucen muy evidentes. Si bien podrían alcanzar la presidencia de la Asamblea Nacional, la autonomía de quien sea ungido estará limitada precisamente por la conformación asimétrica del acuerdo con RC, que aporta la gran mayoría de votos.
Eventualmente, la ganancia mayor podría estar en un mejor posicionamiento en las provincias, de cara a las elecciones seccionales de 2023, siempre y cuando el movimiento indígena sea capaz de sortear de buena forma los ataques que en su momento recibirá por los acuerdos discutidos.
Diferente es el caso de RC, donde el libreto cada vez es más claro: no importa con quién se hagan los acuerdos, todo es legítimo en aras a recuperar a las figuras históricas de las complicadas situaciones legales que enfrentan.
Esta ausencia de una orientación ideológica específica, que cada vez parece importar a menos gente dentro de RC, asemeja cada vez más su comprensión de la política a la del PRE de las décadas de los ochenta y noventa.
Igualmente, la desesperación de Marco Proaño Maya por justificar lo injustificable, en su época, tiene un símil en la posición que se ve obligado a asumir ahora Pabel Muñoz.
El gobierno, de su lado, tiene opciones de reacción. La primera y quizás más factible es agrietar el acuerdo de la gran alianza por donde resulta más fácil, el ala de Pachakutik disidente, rebelde o como se la quiera denominar.
Aunque los votos de RC son más, el pivote no funciona sin Salvador Quishpe y sus cercanos. Ahí hay mucho para cabildear, negociar, acordar o transar.
La otra salida es evitar que se agreguen votos a la gran alianza y así limitar la formación de mayorías. Allí el trabajo político es más complejo pues implica llegar a acuerdos tanto con socialcristianos como con socialdemócratas pues, hacerlo con uno solo deja abierta la posibilidad de que en determinados temas la gran alianza siga operando.
No obstante, "conquistar" a uno de estos sectores reduciría notoriamente la capacidad de influencia de RC y PK. En este escenario, el PSC se frota las manos pues es el que más cercanías podría tener con Carondelet.
La gran alianza de antes, la de capitalistas y comunistas, como Churchill, Roosevelt y Stalin; y la de ahora, la de estatistas y promercado, como RC, PK y PSC, están llenas de contradicciones y también de intereses en común.
Así es la política y así funcionan los políticos. Ya quisiéramos que algún atisbo de coherencia ideológica exista en el país, pero eso, al menos de momento, no es posible.
Hasta tanto, las acusaciones de desestabilización o las amenazas de muerte cruzada solo son mecanismos para evitar la realidad: la correlación de fuerzas políticas cambió y frente a ello el gobierno debe asumir decisiones.
Si desea irse a la casa pronto y no volver por mucho tiempo, ahí está la muerte cruzada. Si desea enfrentarse en redes sociales y medios de comunicación, aunque sin mayor repercusión, ahí está el discurso de la desestabilización.
Si son pragmáticos, atacar al pivote formado alrededor de la gran alianza, debería ser el camino a seguir. Cuando los acuerdos no tienen base en las ideas, sino en los intereses puntuales, la forma de reducir la influencia de esos acuerdos tampoco es a través de las ideas sino incidiendo, precisamente, sobre los intereses en juego.