Contrapunto
Rossini venció la resistencia de Francia con Guillermo Tell
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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Se dice que fueron dos siglos los que Francia y su música resistieron la enorme influencia y el liderazgo de Italia, con Verdi a la cabeza; hasta que llegó a París el más famoso y aclamado compositor Gioacchino Rossini (1792-1868).
Su Caballo de Troya para instalarse y conquistar al exigente público francés fue Guillermo o Guillaume Tell, considerada como una de las más importantes entre las 37 obras líricas que compuso el músico nacido en Pesaro.
Después de ese suceso musical ocurrido en 1829, Rossini prácticamente se retiró o continuó escribiendo cantatas y música profana, pero obras escénicas importantes, nunca más.
Había llegado a París después de un éxito rutilante durante varios meses en Inglaterra, donde ganó tanto dinero como para no volver a trabajar en su vida.
Guillermo Tell es considerada dentro del género de la Grand Opera que tanto agradaba a los franceses. Son cuatro actos, cada uno de los cuales se desarrolla sin pausas.
Es incalculable el número de veces que la obertura de la ópera, que recuerda al líder de la sublevación de los cantones suizos en contra de los Habsburgos, ha sido interpretada en todo el mundo.
Un ligero resumen de esa historia señala que el intrépido arquero Guillermo Tell fue obligado a atravesar con una flecha una manzana colocada previamente sobre la cabeza de su hijo.
Rossini llegó a París precedido de una fama y admiración de toda la sociedad inglesa, desde la monarquía hasta los pequeños burgueses.
Tras imponer onerosas condiciones para radicarse en la capital francesa, no demoró mucho en conseguir derribar la resistencia de ese país a la ópera italiana y, dicho sea de paso, a la alemana.
Algunas fuentes como Salvat Editores afirman que “así perdía París definitivamente la batalla de la ópera francesa frente a la italiana tras dos largos siglos de resistencia”.
La misma fuente señala que la ópera francesa se “rossinizó”, tal como lo demuestran las partituras de las óperas cómicas francesas Aubrey, Boïeldieu y Adam.
También rehizo o reescribió algunas de sus óperas italianas y compuso Le voyage à Reims para la coronación de Carlos X en 1825. De esta pieza el músico italiano logró la primera parte de su ópera francesa Le comte Ory.
Estrenada en 1828, Le comte Ory es una ópera cómica que confirmaba la fama de Rossini en ese género contrario a la ópera seria.
Otra explicación de esta originalidad es que con esa obra Rossini demostró el profundo conocimiento y dominio de la música de Wolfgang Amadeus Mozart, básicamente por el terceto conocido como À la faveur de cette nuit obscure.
Mientras tanto, el compositor italiano trabajaba incansablemente y con mucho sigilo en su obra monumental: Guillermo Tell, con libreto en francés basado en un drama de Friedrich Schiller, el mismo de la famosa Oda a la alegría, con la que se consagró la novena Sinfonía coral, opus 125, de Ludwig van Beethoven.
Durante la generación siguiente, según Salvat, franceses e italianos disfrutaron de ese nuevo género operístico que impuso Gioacchino Rossini. La obertura es sorprendentemente beethoveniana y finaliza, tal como muchas de sus obras, con el famoso crescendo, otra de las características del estilo rossiniano.
Algunos biógrafos coinciden en el silencio musical que se autoimpuso Rossini, el compositor más aclamado de Europa, cuando apenas contaba 37 años.
Se especulaba entonces que su inactividad aparente se debía a que estaba trabajando en otra ópera de similares características monumentales, como fue Guillermo Tell; connotados musicólogos simplemente dicen que estuvo dedicado a otra de sus pasiones: la buena cocina.
También se sugiere que el nuevo estilo operístico creado por él, le resultaba extraño y poco menos que odioso. Su esposa Isabel Colbrand, cantante admirada también, murió en 1846.
De París se trasladó a vivir en Bolonia en 1848, su salud se deterioró y en 1855 se trasladó a Florencia y luego volvió a Francia, a Passy, 594 kilómetros al sur de París, donde murió en 1868, a los 76 años.