El Chef de la Política
El primer gabinete ministerial del Presidente Lasso
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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La conformación del primer gabinete ministerial refleja la ruta política escogida por los gobiernos para la fase inicial de su gestión. Aunque en países presidencialistas, como los latinoamericanos, los secretarios de Estado no tienen mayor capacidad para generar una agenda pública relativamente autónoma.
El perfil profesional, económico y social de quienes se juntan alrededor del Jefe de Estado permite valorar en alguna medida cómo observa el gobernante al país.
En el caso ecuatoriano, la designación de ministros que hará el Presidente Lasso en los próximos días debería propiciar entre la ciudadanía una clara señal de que su gobierno se caracterizará no sólo por la incorporación de amplios sectores sino también por el manejo prudente y moderado de los temas más álgidos que tienen que ser resueltos en el campo político, económico y social.
En el manejo político, por ejemplo, se requiere de una persona con capacidad de negociar con amplios sectores de la Asamblea Nacional. Y que, al mismo tiempo, pueda establecer buenas relaciones con las organizaciones sociales.
A la par, el elegido debe ser lo suficientemente receptivo. Debe aprender de las dinámicas policiales, pues en función de eso deberá diseñar las estrategias destinadas a mantener la seguridad ciudadana en el país.
Por todo lo dicho, el ministro de Gobierno debería ser alguien que provenga de las clases medias. Que conozca la realidad política del país y que no genere resistencias entre los diversos actores con los que debe interactuar.
Bajo esta descripción, un perfil como el de César Monge no es la mejor opción para ese cargo. Además, sacarlo de la Asamblea Nacional, espacio en el que sí podría ser un alfil clave del gobierno de cara a mantener buenas relaciones con las diferentes bancadas, generaría un doble efecto negativo.
Por un lado, sería un ministro que en poco tiempo perdería capital político y tendría que salir de la arena más visible de la toma de decisiones. Por otro lado y quizás más importante, el oficialismo perdería a su figura más representativa en la legislatura aún antes de iniciar el período.
Sacrificar a un actor político que puede generar pensamiento, mantener la unidad partidista y a la par dotar de sentido a la Asamblea Nacional para ganar un ministro que pronto puede ser apartado de la vida política nacional no es una buena idea.
Ahí está el caso de Miguel Carvajal, quien pudo marcar un escenario distinto en la Asamblea Nacional. Que está por fenecer, pero que Desafortunadamente optó por el ministerio de defensa.
En el corto plazo, Alianza País perdió a uno de sus cuadros más valiosos en la legislatura y el gobierno nacional. Apenas cuatro meses después de su posesión como secretario de Estado, prescindió de un actor clave en el proceso político de la llamada Revolución Ciudadana.
De otro lado, la designación del Ministro de Relaciones Exteriores también será crucial. El punto de partida allí es la necesidad de devolverle la profesionalización a esa cartera de Estado, tan agredida por el poder político, a través de la entrega de espacios clave a personas sin ningún tipo de experticia en el tema.
Sería una gran señal para el país que el nuevo Canciller fuera alguien que pertenezca al servicio exterior. Que conozca la lamentable situación por la que atraviesa esa dependencia hace ya mucho tiempo y que tenga el deseo genuino de mejorarla.
En el plano económico, nuevamente la idea de la mesura y la prudencia deben guiar la designación del nuevo ministro. La votación por un modelo económico ortodoxo recibió apenas el 20% de aceptación popular. Se vio reflejado en la votación de primera vuelta y única referencial, del Presidente Lasso.
Por ello, si se lee críticamente ese dato, este ministerio no debería ser entregado a un actor de aquellos que pretenden abstraerse al hecho de que la economía es una ciencia social. Y que, como consecuencia de ello y aunque les pese, las decisiones en esa esfera se deben valorar siempre en función del contexto político, social y cultural del país.
En el amplio espacio de lo social hay mucho para decir pero poco espacio aquí para argumentar. Por ello, la idea general es que en esos ministerios debe estar representada ampliamente la diversidad de sectores del país. Sobre todo de los más desprotegidos económica y socialmente.
Allí hay gente valiosa que conoce de primera mano esa realidad. A la par ha tenido la posibilidad de adquirir destrezas y capacidades que les permite conducir la política pública de forma eficiente. En el argot popular, el gabinete ministerial necesita una buena dosis de calle.
Finalmente, pero igual o más importante que todo lo anterior, el gabinete ministerial del Presidente Lasso debería representar a la mitad de la población del país, que son mujeres.
Si entre los Secretarios de Estado hay gente idónea y profesional, pero no existe paridad, las cosas arrancarán mal desde el principio.
No se trata de radicalismos ni de defensa de intereses específicos. Simplemente es el hecho que, si se quiere propiciar un primer mensaje contundente y de acuerdo nacional en torno a las diferencias, no será aceptable un gabinete ministerial en el que las mujeres sean muchas solo en número, sino que también deben estar en los puestos más importantes de toma de decisión política.
Varios aspectos se deben tomar en cuenta al momento de formar el gabinete ministerial, Presidente Lasso. Dote a su entorno de diversidad y representación de los más amplios sectores.
Afortunadamente, el Ecuador de hoy ya no es el mismo de hace quince años. Cuando se naturalizaba la idea de que las decisiones trascendentales del país debían estar a cargo de élites económicas y sociales.