El Implacable VAR
El fútbol, una anestesia para el terror que vive el país
Periodista, comunicador, escritor y docente. Comenta y escribe de fútbol desde hace 25 años.
Actualizada:
El país atraviesa por un período de terror sin precedentes. Pero el fútbol, o mejor dicho, el espectáculo que lo envuelve, parece transcurrir como en un sueño, una realidad paralela. Mundo konitos, se decía antes.
Para algunos, el fútbol puede convertirse en una muestra de insensibilidad. Ha sido increíble, por ejemplo, que el debate presidencial de este 13 de agosto se haya transmitido al mismo tiempo que el partido de Liga y Aucas. Alguien no tiene claras las prioridades, ni en el Consejo Nacional Electoral (CNE) ni en la LigaPro.
En cambio, ha sido un estupendo gesto que, luego del magnicidio del candidato presidencial Fernando Villavicencio, los clubes se hayan unido para enviar un mensaje colectivo. Antes de los cotejos de este fin de semana, los jugadores, tanto de los equipos masculinos como de los femeninos, se abrazaron con sus rivales y se fotografiaron con un cartel que decía 'Ecuador, país de paz'.
A lo mejor, un gesto más poderoso hubiera sido detener las competiciones, pero las economías de los equipos están tan golpeadas que una protesta de este tipo sería un alto sacrificio. De todos modos, el fútbol salió por un momento de esa realidad paralela que transcurre en los estadios y las redes sociales.
La función social del fútbol es la de promover los valores del esfuerzo, la lucha leal y el trabajo en equipo. Por supuesto, como ocurre con el cine y otras manifestaciones humanas, el fútbol también ofrece una válvula de escape de la realidad, una celestial pausa en el duro tránsito por este valle de lágrimas. Es un hobby. Un nuevo opio, diría el barbón de Marx.
El fútbol no nos salvará y tampoco ha sido creado para eso, pero al menos nos puede anestesiar dulcemente hasta que esta angustia termine. Porque esto debe terminar, ¿verdad?