El Implacable VAR
El fútbol ecuatoriano come arroz y huevo frito con cuchara
Periodista, comunicador, escritor y docente. Comenta y escribe de fútbol desde hace 25 años.
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Los corajes que se manda Miguel Ángel Loor en la red X, antes conocida como Twitter, son conmovedores. Sufre tanto, que entran ganas de pasarle un kleenex. El presidente de la LigaPro se descoyunta los pulgares para tuitear en contra de la falta de glamur del fútbol ecuatoriano, pero nadie parece hacerle caso.
Su última decepción ocurrió este fin de semana, en el amistoso de Emelec y Delfín. Como todo cotejo de fogueo en Ecuador, se jugó con reglas propias. El tiempo reglamentario fue diferente. Los árbitros a cargo no pitan habitualmente en Serie A (aunque, por el estado del referato nacional, daba lo mismo). Los jugadores no vestían uniformes de fútbol, sino ropa de fatiga. Un futbolista vio dos tarjetas amarillas, pero no fue expulsado.
O sea, todo era un maravilloso desastre, como siempre.
El problema para Loor es que el cotejo era televisado en directo. El presidente de la LigaPro pedía más estilo y, sobre todo, más conciencia de que al fútbol ecuatoriano ahora se lo mira por Disney. Para Loor, hay que estar a la altura del espectáculo que espera el ratón Mickey. Las apariencias cuentan y el producto debe relucir, no espantar.
Quizás Loor sufre en exceso y se desgasta en vano. Citando la entrañable canción de Hugo Idrovo, en el fútbol ecuatoriano todos comen arroz y huevo frito con cuchara. Quizás algunos tengan mejores cubiertos, pero siguen lejos del nivel de las mejores ligas porque, primero, hay que cambiar el fondo.
Mientras tengamos clubes intervenidos porque sus socios se pelean a muerte, equipos con déficit millonarios y entidades utilizadas como plataformas electorales, poco ganamos con volvernos elegantes. Las galas son lo de menos cuando la gente, además, se aleja del graderío.
Por supuesto, Loor tiene razón cuando pide más profesionalismo. En otros países, los amistosos de los clubes son partidos casi oficiales, como los que juegan las selecciones en las fechas FIFA. Pero se equivoca si cree que podrá evangelizar instantáneamente a gente que ha vivido en la informalidad y el caos por décadas.
El cambio requiere tiempo y, sobre todo, constancia y decisión. Ojalá que llegue ese día en que veamos un amistoso en Ecuador con gradas llenas, cámaras 4k, jugadores estelares y reglas respetadas. Por lo pronto, sigan nomás con el arroz y la cuchara.