El Implacable VAR
El beso que desató una revolución en el fútbol
Periodista, comunicador, escritor y docente. Comenta y escribe de fútbol desde hace 25 años.
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No fue solo un beso en medio de la euforia por el título mundial. El 'pico' que Luis Rubiales dice haberle pedido a Jenni Hermoso representa el punto culminante de una revolución en el fútbol femenino que, en realidad, es del fútbol mismo.
Primero que nada, el meollo de esto no debe quedarse en una discusión sobre el consentimiento, que también cabe. El presidente del fútbol español dice que le pidió ese beso a la jugadora, y que ella accedió. Si ese fuera el caso, se trata de un consentimiento notablemente forzado por la relación de poder entre el jefe y la subalterna.
Los matices de este momento en particular (la camaradería de la celebración, la alegría, la cercanía...) no restan que Rubiales aprovechó su posición para obtener un 'pico'. Por eso, más que un castigo, debe existir una reflexión sobre esta conducta. No se puede andar pidiendo besos a los empleados.
Fútbol femenino pisoteado
Pero, insisto, el otro tema igualmente importante es que el fútbol femenino español por fin puede reivindicarse luego del constante pisoteo sufrido por décadas por parte de los dirigentes.
Empecemos recordando a ese monstruo llamado Ignacio de Quereda, entrenador por 27 años de las selecciones españolas, sostenido tanto tiempo por los dirigentes, pese a que sus modos de maestro del siglo XIX eran vergonzosos.
De Quereda era un insultador profesional. A veces, agredía a las jugadoras tomándolas por las orejas. Fue destituido luego del Mundial del 2015 luego de una rebelión de jugadoras, algunas apartadas de todos modos por atreverse a lanzar quejas. Hay un principio de autoridad, así que: ¡ssshhh!
Rubiales y sus amigos
Luis Rubiales, futbolista mediocre convertido en dirigente, comanda a la Real Federación de Fútbol desde 2018. Ha protagonizado algunos escándalos dignos de destitución, pero vamos a centrarnos en las mujeres. Rubiales tomó el mando cuando el fútbol femenino español de clubes, con el FC Barcelona como buque insignia, realizaba un fuerte cambio de paradigmas para acelerar su desarrollo.
Ante eso, las seleccionadas, en especial las del Barça, solicitaron cambiar de entrenador tras el fiasco de la Eurocopa de 2022. El banquillo era de Jorge Vilda, palanqueado por su padre Ángel Vilda, el encargado del fútbol femenino de la Federación. O sea, todo era una argolla, a lo Grondona, o ponga usted el nombre del dirigente al que esto le recuerde.
Puede discutirse si las formas de la presión por parte de las jugadoras fueron las correctas, pues se generó un escándalo y, como siempre, ellas perdieron. No pedían nada insensato en su carta pública: solo mejores estrategias, más profesionalismo, menos improvisación.
Pero la revuelta sonó a chantaje y Rubiales respaldó a Vilda. Así, gran parte de las rebeldes quedaron fuera de la nómina mundialista que, como se sabe, acabó ganando el título en Australia/Nueva Zelanda, un histórico mundial.
Por eso, Rubiales estaba eufórico. España era campeón (perdón, campeonA) del fútbol femenino por primera vez. Y sin necesitar a las revoltosas, o niñas caprichosas, como se las llamó. Había que celebrar.
Pero terminó cometiendo ese error, terminó delatándose más bien, y se ha desatado esta revolución comprimida hace tanto tiempo.
Lo más probable es que Rubiales, suspendido temporalmente por la FIFA, termine fuera del cargo y que Vilda se vaya tras él. Pero el verdadero triunfo será que el fútbol femenino español, y el fútbol en general, aprenda a dar valor y respeto a las jugadoras.
Quizás sean 'niñas caprichosas' por escribir cartas públicas en lugar de echarse para atrás en los partidos, como ciertos varones comprenderán, ¡pero qué bien que juegan ellas! ¡Y qué bien que hacen respetar sus derechos!