Una Habitación Propia
El pecado de no conocer a las brujas: Yuliana Ortiz Ruano
María Fernanda Ampuero, es una escritora y cronista guayaquileña, ha publicado los libros ‘Lo que aprendí en la peluquería’, ‘Permiso de residencia’ y ‘Pelea de gallos’.
Actualizada:
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La literatura, las artes en general, tienen esa cosa extraordinaria que es el asombro. Qué poquito nos asombramos los adultos, ¿no? Los niños caminan de asombro en asombro y nosotras, ya cansadas de tanta decepción, no le ponemos a la vida lo necesario para asombrarse: fe.
Pero pasa que, de repente, aparece una bestia de la escritura o de la pintura o de la música a gritar a nuestro oído:
-Despierta, cree.
Conozco a Yuliana Ortiz Ruano hace varios años y su poesía, género al que le había dedicado su fuerza literaria hasta ahora, siempre me ha gustado mucho.
Me gusta ella, además, auténtica, bella y sí: asombrosa.
Me gusta la fuerza brutal con la que denuncia el racismo y el clasismo de este país y lo mucho que se implica al activismo medioambiental y negro de su Esmeraldas.
Gracias a María Paulina Briones, escritora, librera y gestora cultural, llegó a mis manos 'Fiebre de Carnaval', la primera novela de Yuliana Ortiz Ruano, publicada por Recodo Press (aunque tiene una edición española en La navaja suiza).
Yo le tenía unas ganas inmensas porque había escuchado los mejores elogios tanto en Ecuador como en Europa. 'Fiebre de Carnaval', por ejemplo, fue parte de la lista de La Mejor Cultura del Año en el prestigioso suplemento Babelia de El País de España y en los Cincuenta Mejores libros de 2022 en el mismo diario.
Haciendo una pequeña búsqueda encuentro que esta ópera prima ha sido elogiada en canales de televisión, revistas y periódicos de nuestro país y de España.
Yuliana es un fenómeno literario.
Abrí 'Fiebre de Carnaval', se imaginarán, con expectativa y miedo, el miedo de las lectoras ante un libro que le han recomendado mucho: ¿me gustará tanto como le ha gustado a todo el mundo?
Empieza con dos epígrafes, uno, de Severo Sarduy, dice así:
Sucede que a veces, ante lo que hay que decir, las palabras se ablandan y cuelgan, flácidas y salivosas, como lenguas de ahorcado.
A veces sé por los epígrafes si un libro es o no para mí. En este caso, me hinqué en el suelo a leer postrada frente a las palabras torrenciales de Ortiz Ruano.
La protagonista, Ainhoa, una niña de Limones, Esmeraldas, ama su entorno, sus árboles frutales, sus palabras que son arrullos a la naturaleza, sus prendas de vestir, el palomerío de mujeres con el que vive, sus tías, su madre y su abuela.
En esta novela de crecimiento vemos a Ainhoa convertirse en adolescente, pero no desde los ojos de ella, que se siente un animalito libre, sino en las miradas de los demás. Hay advertencias, hay miedo al desenfreno del carnaval, hay una paranoia con razón.
Todas sabemos que un libro que empieza con palabras como ahorcados no puede ser un libro feliz.
Eso es lo más doloroso: Ainhoa con sus árboles y su vida matriarcal es una niña feliz. El mundo entra a su casa y a su mente y a su cuerpo con la crueldad con la que las motosierras destruyen los manglares.
De alegoría en alegoría, con una escritura de música atronadora, gente sudada, carnaval de carnes locas, mar, y una tensión que va subiendo el volumen hasta hacer que te tiemblen las manos al pasar a la siguiente página, Yuliana Ortiz Ruano consigue meternos en su madurar prematuro y en su periplo por la ciudad quemada de vicio (como en el infierno del Jardín de las Delicias de El Bosco) que nos aterra.
Nuestra Caperucita está a merced de todos los lobos del mundo.
'Fiebre de Carnaval' es un libro que enferma página a página, que vas leyendo como precipitándote a un abismo al que querrías no asomarte nunca. Que sabes que existe y por eso es peor.
"Para mí los papis son seres que ni se puede decir que adornan la casa, sino que la joden".
'Fiebre de Carnaval' también es un 'coming of age' (¿adultecer?) con todas las perversiones de la adultez expuestas como un animal despiezado frente a la niña.
"Tengo terror de dejar a mis ñañas solas, con mi papi Chelo que amenaza con volver en cualquier momento, como un fantasma de carne y hueso, a comérseles los cuerpos y las sonrisas. Tengo inflamada la cabeza pensando en mi próxima edad, la edad de hacerme mujer, de ganar estatura, de que brote el culo y los contornos se redondeen. No quiero que mi cuerpo se curve, prefiero pensar en la urgencia que me late de convertirme en mi árbol de guayaba (…), crecer tranquila, hacia la profundidad del sol sin que me jodan la existencia".
El libro de Yuliana Ortiz Ruano es un prodigio en fondo y forma, es caótico y hermoso, es pura vida y pura destrucción y es, sobre toda las cosas, un libro indispensable para entender los horrores que albergan los techos y las paredes de las casas, sobre todo cuando eres una niña que duerme con pijama de Mickey Mouse.