El Fenómeno de El Niño y las Ciudades
Aprende, investiga y enseña sobre cómo interactúan los humanos con su entorno. Biólogo, profesor de la Universidad de Cuenca y cofundador de LlactaLAB Ciudades Sustentables.
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El fenómeno de El Niño es un evento natural, parte de la dinámica planetaria, como son los terremotos, los tsunamis o las erupciones volcánicas.
Pero a diferencia de estos últimos, El Niño es altamente predecible. Sabemos que se presenta con cierta regularidad entre cada 5 y 8 años, aunque con diferentes intensidades, y conocemos claramente cuáles son las regiones afectadas, así como sus consecuencias. Los científicos han desarrollado métodos para determinar con altos niveles de confianza su aparición y la fuerza con la que llegará.
Sabemos que es un fenómeno cíclico que afecta al océano y a la atmósfera, que se debe a un calentamiento anormal de las aguas del Pacífico, y provoca intensas lluvias en la costa de Ecuador y Perú.
También sabemos que esas lluvias traen como consecuencia graves inundaciones en las planicies bajas y deslizamientos en las zonas de ladera.
También sabemos que las altas temperaturas del agua impactan fuertemente toda la cadena alimenticia, no solo a la vida marina sino también a las especies que se alimentan de ella, incluyendo los humanos.
El Niño era bien conocido en algunas culturas precolombinas, quienes incluso construyeron terrazas y sistemas de irrigación para aprovechar las inundaciones. Otras estuvieron menos adaptadas y varios investigadores piensan que este fenómeno pudo haber causado su desaparición.
Sin embargo, y a pesar de todo el conocimiento acumulado, nos hemos "des adaptado" al Fenómeno de El Niño.
Planificamos y desarrollamos nuestras ciudades e infraestructura como si este fenómeno no existiera. La construcción de edificaciones y calles con materiales impermeables y sin zonas de filtración acumulan inmensas cantidades de agua que son difíciles de evacuar.
Las carreteras y vías han sido construidas tapando quebradas y cursos de agua. La expansión de la mancha urbana acrecenta aún más el problema al ampliar la superficie impermeable. Todo esto aumenta enormemente la vulnerabilidad de las poblaciones en las zonas de riesgo, que incluyen varias de las ciudades más pobladas del país.
Estamos a las puertas de un Fenómeno del Niño fuerte, pero ni el gobierno central ni los gobiernos locales están preparados. La preparación no es solamente ante la emergencia inminente, sino que requiere también de una concepción más adecuada de cómo deben ser las ciudades costeras en Ecuador.
Es imprescindible disminuir la superficie impermeable para que el agua se filtre en el suelo lo más rápido posible. Debemos aumentar considerablemente la vegetación autóctona en todas las áreas urbanas para recuperar la funcionalidad del ciclo del agua y del suelo. Es necesario recuperar las zonas de manglar que forman barreras naturales separando el agua de la tierra.
También necesitamos detener inmediatamente la deforestación y recuperar la vegetación en zonas de ladera, permitiendo que las raíces fortalezcan la estructura del suelo y faciliten la escorrentía.
Pero nunca es tarde, pues El Niño regresará y podemos estar cada vez mejor preparados.