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El Réquiem de Fauré, cuando la muerte es una feliz esperanza
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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El músico francés Gabriel Fauré (1845-1924) compuso, según los expertos, uno de los réquiems más bellos del siglo XIX, diferente a los de Giuseppe Verdi y de Mozart, porque no incluyó el 'dies irae', un recurso que tampoco usó Johannes Brahms (1833-1897) en su 'Réquiem alemán'.
'Dies irae' o día de la ira, son una secuencia que se cantaba siempre en las misas de difuntos, pero el compositor francés quiso hacer algo diferente, lo omitió y la verdad es que le salió muy bien.
También prescindió del 'rex tremendae', otro término del latín que es el prólogo musical que suena durante la primera parte de la misa.
Para los conocedores de los réquiems de Mozart y de Verdi, incluso el de Berlioz, así estructuró su réquiem el compositor francés (haga click en el enlace azul para escucharlos):
Pero como todo tiene una explicación, el músico respondió a las críticas de la época que calificaban a su réquiem como una "canción de cuna de la muerte", ya que no expresaba el miedo natural que se siente cuando se va a perder la vida.
"Es que así veo yo la muerte: una feliz liberación, una aspiración a una felicidad superior, no una penosa experiencia", decía el músico frente a las duras críticas a su obra en re menor, opus 48, que escribió entre 1886 y 1888, estrenada en la Iglesia de la Madeleine de París
Así veo yo la muerte: una feliz liberación, una aspiración a una felicidad superior, no una penosa experiencia.
Fauré.
Pero en 1901 el maestro revisó su obra y presentó una nueva versión para orquesta completa, que es la que se conoce en la actualidad.
Fauré se decidió a escribir su propio réquiem gracias a la experiencia de haber tocado durante gran parte de su vida el órgano en las misas de difuntos en diversas iglesias de Francia: "me lo sé de memoria", decía.
De hecho, con su propio Réquiem fueron despedidos sus restos mortales en 1924.
La originalidad de esta obra se explica porque está compuesta para soprano y barítono en las voces solistas, coro mixto, órgano y orquesta.
Los críticos más exigentes sólo comparan el réquiem de Fauré con el 'Ein deutsches Requiem' de Johannes Brahms, opus 45, compuesto en 1868 y calificado como una meditación sobre la vida y la muerte.
La Historia de la Música ubica a Fauré en el "crepúsculo del romanticismo", es decir, los músicos que nacieron entre 1850 y 1880. Allí están Puccini, Elgar, Mahler, Richard Strauss y Sibelius.
Fauré tuvo como alumno a Maurice Ravel y a Nadia Boulanger y fue discípulo del compositor francés Camille Saint-Saëns (1835-1921). Según la musicóloga citada, logró alejarse del romanticismo germano en lo que al lenguaje sonoro se refiere.
Además, Fauré se apartó de la seducción que ejercía Richard Wagner en muchos de los compositores franceses. Los posrománticos franceses, señala la musicóloga Pola Suárez, "tuvieron como sombra (protectora o malhechora) a Wagner".
Otras biografías señalan que Gabriel Fauré fue la figura más importante en la evolución de la música francesa hacia el modernismo del siglo XX, donde sobresale Claude Debussy (1862-1918).
Se había iniciado como organista en varias iglesias parisinas hasta que alcanzó el nombramiento como maestro de coros de la Madeleine, en 1877.
Si bien este artículo estuvo enfocado en el acierto del compositor para componer un réquiem diferente de todos los demás, es necesario destacar que escribió más de un centenar de obras relevantes.
Destacan su música de cámara, para piano, sonatas para violín y para violín y piano, incluso incursionó en la lírica con dos obras: 'Prométhée' (1900) y 'Pénélope' (1913). En total quedaron catalogadas 121 composiciones musicales.
Su última obra, el Cuarteto de cuerdas opus 121 ha sido calificada por los críticos de "extraordinaria y espiritual".