Con Criterio Liberal
La fatal atracción del poder obnubila a Lasso
Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.
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El Presidente Lasso ha anunciado que buscará la reelección.
Para mí es incomprensible, como para la mayor parte de los ciudadanos, esa adicción al poder.
El poder a lo que más se parece es a una droga, y aquellos que nunca hemos experimentado ese subidón que debe sentirse al mandar, difícilmente comprendemos esa voluntad de perpetuarse en él.
Hemos crecido rodeados de relatos heroicos que nos previenen de la atracción del poder: 'El señor de los anillos', 'Star Wars', 'Juego de tronos'… Sin embargo, personas y sociedades seguimos fascinados con el poder.
Hay personas a las que les gusta el poder y otras que no tanto.
En cuanto alguien obtiene una mínima responsabilidad, sea como delegado de la clase o como presidente del condominio, sea como encargado de una tienda o como jefe del grupo scouts, se comprueba si disfruta de dar órdenes o no.
Yo creía que Lasso no se vería obnubilado por la Presidencia, pues llegó a Carondelet habiendo experimentado lo que muchos creemos que es el poder.
Casi ningún ciudadano ha viajado en jet privado, y casi todos los políticos lo vienen a experimentar apenas cuando llegan a ciertos cargos. Lasso ya poseía uno y cuando deje Carondelet lo seguirá usando.
Lasso ha sido presidente de una gran empresa, ya sabía lo que es mandar y dirigir equipos.
No era una persona obsesionada con la política, cuando estaba en la oposición no estaba haciendo declaraciones permanentes y se tomaba largas vacaciones, lo que entonces me parecía una sana distancia.
Parece tener una vida familiar plena y feliz junto a doña María de Lourdes, sus hijos y nietos, por lo que no pareciera que tiene vacíos emocionales ni de ego que rellenar con los halagos.
Sin embargo, parece encandilado con su posición de mando, tanto por las imágenes que transmite como por su deseo de perpetuarse allí.
A juzgar por las encuestas, sus posibilidades de salir reelegido son casi nulas.
Y la mera pretensión de perseguir la reelección tiene consecuencias.
Pues para salir reelegido el Presidente debe agradar a los ciudadanos, o mejor dicho, a los autodenominados representantes de distintos colectivos ciudadanos.
Y por ello no podrá tomar medidas impopulares, ni siquiera medidas que puedan molestar a ciertos colectivos organizados.
A juzgar por las encuestas, sus posibilidades de salir reelegido son casi nulas.
Ecuador necesita cambios radicales. Necesita reformas en la administración pública para que sea más eficiente, necesita ajustar y priorizar sus presupuestos públicos, necesita medidas contundentes contra la delincuencia y la corrupción.
Y si el Presidente tiene miedo de tomar decisiones por cómo quedarán en las encuestas o por si X ó Y representante hará declaraciones o convocará una manifestación, entonces no las tomará.
Probablemente, señor Presidente, dejará usted un mucho mejor legado a Ecuador si renuncia a la reelección, pero se centra en cumplir su mandato, aquellas promesas con las que ganó la elección.
Seamos claros, por ahora su Presidencia no pasará a la historia de manera muy brillante. No será la que deshizo el correísmo, pues ese mérito se lo llevó Moreno. No será la que venció a la delincuencia (que ojalá), ni tampoco la que abrió Ecuador al mundo, pues aún no se han concretado los tratados internacionales.
Ni será usted recordado como el Presidente que liberalizó la economía o creó empleo, pues en eso aún se ha avanzado apenas nada.
Si usted busca la reelección estará más centrado en las encuestas del corto plazo que en las consecuencias en el largo.
Y al final, ni saldrá reelegido ni será recordado como el Presidente que hizo los cambios que Ecuador necesita.
Usted sabe que Ecuador lo necesita, pues estaba en el programa electoral con el que ganó las elecciones.
Para hacerlo se requiere de determinación y convicción, no de estar pendiente de la última encuesta mirando a la reelección.
Al final, ni saldrá reelegido ni será recordado como el Presidente que hizo los cambios que Ecuador necesita.
Aún puede hacer lo que usted sabe que se debe hacer. Y luego, a sus 70 años, retirarse a disfrutar de una merecida jubilación junto a sus familiares y amigos, habiendo dejado a alguno de sus ministros pelear la Presidencia para continuar su legado, que solo entonces tendrá un valor digno de ser preservado.