Con Criterio Liberal
El triunfo de los fariseos y las cancelaciones puritanas
Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.
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Las redes sociales se encargan de indignarse mucho por asuntos de los que lo único que conocen son unos tweets, sacados de contexto.
Hiperventilan y se persignan como abuelita recién salida de la novena.
Hemos dejado que aquello por lo que se supone que debemos escandalizarnos lo dicten unos pocos activistas muy selectivos en su moral.
Por esa supuesta indignación, la misma semana en que sale un reconocido corrupto de la cárcel, que en la Asamblea no se investigan escándalos como el de Coca Codo Sinclair, que sigue sin haber una restructuración de la Policía… la exviceministra de educación, Alexandra Cárdenas, ha tenido que renunciar por unos tweets de hace años.
Es el triunfo de los fariseos.
Es increíble el daño que nos estamos provocando, o más concretamente, que la generación más joven se está causando a sí misma.
Los que ya somos mayorcitos crecimos en una época en la que no todo nuestro comportamiento quedaba grabado y registrado. Y bendita libertad que disfrutábamos por ello. Pudimos equivocarnos.
Los jóvenes están creciendo en un mundo en el que todo queda registrado.
Y si no aprenden a ser misericordes y tolerantes con los errores de los demás, terminarán pagando un precio muy alto por estas campañas de 'cancelación' con sus supuestos escándalos a las que tan fácilmente se suman.
De hecho, muchos ya lo están pagando.
Hay muchos jóvenes que tienen miedo a decir lo que piensan, pues mientras la sociedad les dice 'sé tú mismo', 'exprésate', 'sé original', también les deja muy claro que, como digan o hagan algo que se aparte un milímetro de lo que el consenso bienpensante aprueba, serán castigados cruelmente y para siempre.
Cometemos errores. Todos hemos cometido errores.
Hay que huir de aquellos que se presentan a sí mismos como impolutos, y se arrogan el derecho a juzgar a los demás desde su supuesta superioridad moral.
Si se nos grabase en nuestro peor momento y se sacase de contexto una frase o un video, y nos juzgaran nuestros peores enemigos, por ello… Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Y si alguien es libre, original, independiente y dice cosas interesantes, seguro que antes o después ofenderá a alguien. Eso es parte de la vida.
Si lo que se premia es sentirse ofendido, la manera de algunos de ser protagonistas será reclamar que alguien les ha ofendido y exigir por ello un estatuto especial.
No hay nadie más intolerante que todos aquellos que, auto proclamándose tolerantes, se lanzan como hienas en jauría al ataque de aquellos que han dicho algo que no les gusta y pretenden cancelarlo.
Lo han logrado con Alexandra, lo que no tiene mayor importancia para ella, una profesional válida y mujer que es muy feliz y tiene las cosas claras.
Tiene consecuencias por el empobrecimiento de nuestro debate público.
Porque estos precedentes ponen un precio demasiado alto para que nadie valioso entre en la función pública, pues sabe que ya no se le juzgará por lo que haga con el presupuesto o las decisiones que tome (lo que es síntoma de una sana democracia), sino por su vida privada pasada, lo que no solo es injusto, sino que hace que la calidad de la gestión baje.
Y tiene consecuencias para nuestros jóvenes, que se les enseña un mundo inmisericorde e intolerante, en el que no caben ni el perdón ni la redención, peor la opinión disidente según ciertas izquierdas que se arrogan la superioridad moral y juzgan a todos los demás "sin ver la viga en el ojo propio".