De la Vida Real
Cuando la 'Brujita' falta y la cucaracha aparece
Es periodista y comunicadora. Durante más de 10 años se ha dedicado a ser esposa y mamá a tiempo completo, experiencia de donde toma el material para sus historias. Dirige Ediciones El Nido.
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Nada se compara a estar en el país de uno. Es lindo viajar, conocer nuevos lugares, hacer turismo, comer otras cosas, pero, en la práctica, estar de extranjero es enervante.
Vine por 10 a días a Miami para visitarle a mi prima y, claro, ella hace su vida cotidiana. No puede dedicarse todo el tiempo a pasar conmigo. Mientras ella hace sus cosas, yo me quedo en la casa y hago las mías.
Una de mis pasiones ocultas y relajantes es limpiar. Le pregunté a mi prima si le molestaría que limpie la parrilla mientras ella vuelve. Me dijo: "Valen, debajo del lavabo están los productos que necesitas para limpiar lo que quieras". Confiada, fui a ver qué tenía.
Yo buscaba un “lava” o un “axión”, algo que arranque la grasa de verdad. Había muchos productos, pero todos con instrucciones en inglés, que claramente no es mi fuerte.
Entré al traductor de Google, traté de entender las instrucciones pero eran complicadísimas. En Ecuador, con un “lava” de cualquier marca, y una piedra pómez se limpia rapidito y la parrilla quedaría perfecta. ¿Cómo me iba a relajar con tanto estrés? Ahí dejé mi tarea y decidí trapear, pero hasta los trapeadores aquí son pésimos. No son los de mota que sacan toda la mugre. Aquí son unos de papel desechable, pésimos.
Al tratar de cambiar ese papel rompí un adorno de mi prima. Ahí sí me asusté y fui a una de esas tiendas que venden desde ropa hasta herramientas, incluso hay una farmacia adentro y una sección solo de frutas, carísimas.
Le pregunté al vendedor, que para mi mala suerte, solo hablaba inglés: "I need a 'brujita'. The super glue". El señor, desconcertado, me pedía en su pésimo español que le explicara mejor qué es lo que necesitaba.
Otro vendedor se acercó y me preguntó qué buscaba. Me dijo que ya no fabrican aquí ese pegamento, porque es muy peligroso para los niños. Obviamente, hay otras opciones, pero eran demasiado caras, y yo tenía el presentimiento de que no iban a funcionar.
Entré en pánico porque el adorno que rompí era de porcelana y lo único que pega eso es la 'brujita'. ¿Cómo un país como Estados Unidos puede vivir sin la 'brujita'?
Fui a otra tienda, igual de grande, que tenía una sección gigante de ferretería. Una cubana me recomendó un pegamento que me dijo que era igual de bueno que la “super glue”.
Llegué a la casa, y como era obvio, el adorno roto no se pegó. La próxima vez que viaje lo primero que meto en la maleta es una 'brujita', igual no importa la marca, porque en Ecuador dices: "¿me puede dar una 'brujita', por favor?", y te dan cualquier marca que equivale a lo mismo, y es efectivísima.
Esa noche, estaba con mi prima en el patio, viendo la manera de confesarle mi crimen, cuando pasó una cucaracha gigante. Nunca había visto una tan grande, y mi prima le echó un insecticida. Y la cucaracha apareció vivita y coleando luego en la cocina.
Le digo de la manera más sabia del mundo: "Mari, ponga 'El secreto de la abuela'". "¿El qué?", me dijo. Sentí que era una absoluta ignorante, ¿cómo no va a saber qué es el secreto de la abuela? No sé si es mito o realidad, pero en mi casa siempre lo usamos, desde que viví con mis papás hasta ahora. Y en pocos días las cucarachas desaparecen.
Una amiga me contó que ella usa bórax cuando se le acaba 'El secreto de la Abuela' y así ha logrado matar todas las cucarachas de su casa. Así, que nos fuimos a comprar borax y, por si acaso, pregunté si tenían 'El secreto de la abuela', pero no sabían de qué hablaba.
Otra cosa que es desesperante aquí es el precio de la fruta. ¡Qué locura! El aguacate cuesta más que el adorno que rompí. En la calle venden ocho mandarinas por USD 5.
Ya quiero regresar, porque en Ecuador, con USD 5 compro en la calle cuatro aguacates, dos verdes y dos maduros, 10 mandarinas, oritos, cinco pitahayas y 20 limones.
También estoy harta de que en los autos nadie baje las ventanas. Aquí no hay tanta delincuencia y todos van con las ventanas cerradas hasta el tope, cuando lo rico es ir con la ventana abierta, sintiendo el viento en la cara cuando se maneja, pidiendo paso, interactuando con los otros carros.
Definitivamente, no cambio a Ecuador por nada. Vivir allá es de verdad un paraíso. Además, todos entienden lo que hablamos, aquí digo: "claro, pase no más", y me quedan viendo mal y no pasan. Sí, estoy enervada. Por suerte hoy regreso, si no pierdo el vuelo, claro está…