Tablilla de cera
Que la extrema derecha crezca en Europa es malo para el mundo
Escritor, periodista y editor; académico de la Lengua y de la Historia; politico y profesor universitario. Fue vicealcalde de Quito y embajador en Colombia.
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Aunque el centroderecha, representado en el Partido Popular Europeo (PPE), obtuvo la mayor votación, lo más preocupante, sin duda, luego de que 185 millones de personas votaran el domingo en 27 países en las elecciones del Parlamento Europeo, es el galopante avance de la extrema derecha.
El PPE va a tener el bloque más grande con 184 parlamentarios, casi un cuarto de los 720 del hemiciclo. Fue el único partido centrista que creció en la elección; menos que lo previsto, pero creció. Los Socialistas y Demócratas (S&D) de centroizquierda alcanzaron a sostenerse sin mayores cambios, mientras los liberales de Renovación Europea sufrieron derrotas contundentes.
Estos tres grandes bloques de centro (PPE, S&D y RE) siguen teniendo la mayoría y puede ser que repitan la grande coalition de los últimos años, con lo que Úrsula Von der Leyen podrá permanecer en el cargo de presidenta de la Comisión Europea. Aunque ello no es cien por ciento seguro, como nada lo es en política.
El problema radica que en 2019 los tres partidos tenían 440 votos, los que teóricamente debían haber sido para ella, pero al momento de la votación solo obtuvo 383. Como la votación es secreta, no se sabe dónde estuvieron los indisciplinados, pero esta vez, si es que se llega al mismo pacto, no puede haber una fuga de votos parecida, porque la coalición tendrá solo algo más de 400 parlamentarios y la mayoría es de 360. Para complicar las cosas, algunos diputados de su propio PPE, ya han dicho que no votarán por ella.
Por su parte, los liberales fueron barridos el domingo. La frustración que tienen los franceses con el Gobierno de Emmanuel Macron los llevó a abandonarlo y votar por la extrema derecha. Su subsidiaria española, Ciudadanos, desapareció por completo, y sus siete curules fueron absorbidas por el PP español. También perdieron en Rumania, Dinamarca y Estonia.
Con el 14% que tenían, los liberales jugaban a ser el fiel de la balanza en anteriores legislaturas, ahora, con un grupo mucho menor, no podrán tener el mismo peso, y no les queda, sino unirse a la gran coalición de centro y tratar de sobrevivir.
El mayor golpe por esta pérdida se sintió en Francia, donde el triunfo abrumador de la extrema derecha provocó que el presidente Macron reaccionara disolviendo el lunes la Asamblea Nacional y llamando a elecciones anticipadas, cuya primera vuelta se celebrará en tres semanas, el 30 de este mes.
Trata así Macron de activar el factor sorpresa —como en su momento, tras perder las elecciones municipales, lo hizo Pedro Sánchez en España— con elecciones que tienen que resolver una cuestión crucial: ¿están los franceses dispuestos a jugarse por la extrema derecha en el manejo de Francia tal como acaban de hacerlo en el ámbito de Europa?
Macron cree apostar sobre seguro porque en Francia hay segunda vuelta (que será el 7 de julio), lo que sirve para descartar a los extremismos. Pero ya el líder de los Republicanos, el partido conservador, Éric Ciotti, acaba de patear el tablero al mostrarse dispuesto a cerrar una alianza con el partido de Le Pen para estas elecciones legislativas, propuesta que ha desatado oleadas de críticas dentro de su propio partido y, obviamente, en las filas de quienes respaldan a Macron.
Por su parte, dos gobernantes socialdemócratas resistieron a los supuestos referendos planteados por sus opositores:
- La primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, salió avante en el juicio de los votantes sobre su política de inmigración.
- El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, desinfló el globo del PP, planteado por esa figura menor que es Alberto Núñez Feijoó, quien anhelaba usar los resultados para desbancar al Gobierno de coalición. El PP obtuvo 22 diputados, mientras que "el bloque de investidura", como dicen en España al grupo de partidos que apoya a Sánchez, sacó 20, con lo cual se cayó la pretensión de exigir elecciones anticipadas.
Descalabro fue el de los Verdes, con pérdidas sustanciales de votación en las delegaciones de Francia y Alemania, en las que residía la mitad de su fuerza parlamentaria. A pesar de pequeños avances en Países Bajos y Dinamarca, el grupo perdió más de 12 diputados, cayendo del cuarto al sexto lugar entre los partidos en la Eurocámara.
Pero, como dije más arriba, lo que de verdad preocupa es que las fuerzas de la extrema derecha alcanzaron el domingo elevadas votaciones en muchos de los países del bloque. No es que no se supiera que eso iba a suceder: lo predijeron las encuestas.
- En Francia, la Agrupación Nacional, de Marine Le Pen, obtuvo casi un tercio de los votos, consolidándose como el principal grupo ultranacionalista en el próximo parlamento.
- Los Hermanos de Italia, el partido de la primera ministra italiana Giorgia Meloni, obtuvo también un gran resultado, acaparando más de un cuarto de los votos en su país.
- Los ultras de Alternativa para Alemania pasaron a ser la segunda fuerza política en ese país, dejando a los socialdemócratas del canciller Olaf Sholz relegados al tercer lugar.
- En Austria, la extrema derecha se consolidó como la principal fuerza política.
Ahora, los dos bloques de extrema derecha del Parlamento Europeo, los Conservadores y Reformistas Europeos (CRE) e Identidad y Democracia (ID) tendrán 131 curules, sin contar los 15 de Alternativa para Alemania, los 10 de Fidesz (el partido del primer ministro Viktor Orbán de Hungría), los seis del partido Confederación de Polonia, los tres del partido Renacimiento de Bulgaria (partidarios de la Rusia de Putin) y algunos otros que, en términos ecuatorianos llamaríamos curas sueltos.
Es curioso que a la extrema derecha le están saliendo partidos aún más a la derecha. El grupo de Meloni dio el sorpasso a la Lega, que antes era el principal partido dentro del bloque ID, pero que el domingo perdió dos tercios de sus eurodiputados.
Algo parecido sucedió con el partido ultra español Vox que duplicó sus curules (de tres a seis), pero que pudo haberlas triplicado, de no ser porque el agitador ultra de Telegram, Alvise Pérez, mentiroso, conspiranoico e insultador, creó un partido, lo bautizó Se Acabó La Fiesta (SALF), adoptó como logo una ardilla con máscara de Anonymus, lo registró en abril, hizo una campaña atrabiliaria y llena de bulos, y sacó 850.000 votos y tres diputados, quitándoselos obviamente a Vox.
Si la extrema derecha pudiese formar un solo bloque, sería hoy el segundo más numeroso en el Parlamento Europeo, detrás del tradicional PPE. Claro que las rivalidades y pugnas entre los grupos (tan tenaces como las de la extrema izquierda cuando tal cosa existía) hacen muy improbable esa unión. Pero no hay duda de que el peso de su votación va a poner una presión gigante que lleve más hacia la derecha a la política de la Unión Europea.
Y eso es malo para la UE y para el mundo. Como dijo el historiador y columnista del Guardian, Timothy Garton Ash, una Europa que acababa de celebrar en las playas de Normandía los 80 años del día D, cuando se inició la liberación de la guerra, el nacionalismo y el fascismo, tres días después se vio enfrentada de nuevo con la guerra, el nacionalismo y el fascismo.
Ese numeroso grupo de eurodiputados de extrema derecha va a ejercer todo tipo de presiones para que la UE adopte una posición mucho más rígida sobre la inmigración y va a oponerse a las medidas ambientalistas que se requieren de urgencia para enfrentar el cambio climático.
Lo que es peor, nacionalistas como son, van a oponerse al multilateralismo, empezando por el de la propia Unión Europea, y abogarán porque se devuelva parte del poder que cada país le ha cedido en el mejor experimento de la historia mundial de crear una comunidad de países.
Este mismo ultranacionalismo buscará quitar poder a las Naciones Unidas y disminuir la cooperación internacional.
Y, lo peor de todo, estos ultraderechistas, van a presionar para disminuir el apoyo a Ucrania, lo que puede traducirse en el triunfo de la Rusia del emperador Putin y una amenaza creciente sobre el resto de Europa.
Si a eso se añade el posible triunfo de Trump en noviembre, las perspectivas del mundo son muy oscuras.