Con Criterio Liberal
El expolio del patrimonio cultural del país
Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.
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Estoy convencido de que el mayor robo de la década correísta fue el expolio del patrimonio. Un robo del que apenas se ha hablado, y del que no ha habido (aún esperamos, aunque lo dudamos) ningún juicio ni acusación.
El patrimonio cultural de un país es su mayor tesoro, mucho más importante por su trascendencia que los millones de dólares del Presupuesto.
Por un lado, es el legado de las generaciones que nos precedieron, lo más bello que crearon y pudimos conservar, lo que consideraron más importante y nos configura en el presente.
El patrimonio cultural no es de un país, es de toda la humanidad; no es del Estado, pues pertenece a sus legítimos propietarios (que pueden ser públicos o privados); aunque más que propietarios se han de considerar albaceas, pues su labor es preservarlo y transferirlo a la siguiente generación.
Teniendo en cuenta los rumores, las sospechas, y hasta las noticias (Museo de Nahim Isaías, la gestión del MuNA, el estado del Museo en Guayaquil, el testamento de Eugenio Espejo desaparecido...) que se han sucedido en los últimos años, es cuanto menos sorprendente que los actores del mundo del arte y la cultura no hayan levantado su voz sobre la situación del Patrimonio en Ecuador hasta el pasado 20 de diciembre.
Esto tras el anuncio del desalojo del edificio Aranjuez, donde se preserva gran parte de los archivos y piezas arqueológicas de Ecuador, tras lo que más de 300 representantes del arte y la cultura escribieron una carta pública al Ministro Juan Fernando Velasco.
Es un avance que al menos se ponga, por fin, la cuestión sobre la mesa. Y, aunque evidentemente insuficiente, es de agradecer que el ministro de Cultura haya respondido y expresado con crudeza en los medios la realidad de la situación y su impotencia frente a ella.
Es también muy desalentador comprobar la falta de interés que ha despertado el tema entre ciudadanos e informadores, a juzgar por su escasa repercusión en medios y redes, aunque ha llegado a aunar 5.000 firmas en una plataforma petitoria digital, no parece haberse suscitado un clamor nacional por la situación del patrimonio de Ecuador.
Es mucho y muy importante lo que nos jugamos en la defensa del patrimonio, y son muchas y muy graves las sospechas de que este patrimonio esté atravesando por una preocupante situación de la que apenas se informa a los ciudadanos, y para la que parece no haber ni planes de rescate, ni tan siquiera la preocupación suficiente por generarlos.
Un país que no ama su patrimonio es un país condenado a perderlo y sin él tendrá un peor futuro.