De la Vida Real
La experiencia que nos deja el hermoso maestro que murió solo
Es periodista y comunicadora. Durante más de 10 años se ha dedicado a ser esposa y mamá a tiempo completo, experiencia de donde toma el material para sus historias. Dirige Ediciones El Nido.
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De un tiempo acá, todo se vende como experiencia –a tal punto que suena a palabra trillada, aburrida y sin sentido–.
El marketing se agarró de esta frase para vender lo que sea, hasta respirar nos lo venden como "la mejor experiencia de nuestra vida. Si no la tomas, te arrepentirás".
Y ahí vamos a comprar experiencias para vivir, así que me he negado a probar cualquier experiencia marketera. Hasta que… Porque siempre me llega, por karma divino, un hasta que... que cambia mi perspectiva.
Así fue como terminamos viviendo dentro de una pintura, de un sueño, de un cuadro y de una vida. Una experiencia que ha superado de largo mis expectativas y las de mis hijos.
El domingo pasado, fuimos a la exposición 'Van Gogh Vivo, Real + Inmersivo'. Sí, reconozco que el título no es nada llamativo, pero te invitan a vivir una experiencia.
En la fila para ingresar había un montón de jóvenes que se reían, gritaban, se molestaban. Y claro, yo estaba enervada porque decía:
-Si así se portan aquí, ¿qué nos esperará en la sala?"
No sabía cómo iba a ser adentro, porque desde afuera se veía una gran carpa alargada.
Llegó el turno de entrar. Me sorprendió el buen comportamiento de todos. Entramos a una sala con unos bancos de madera. Nos sentamos y proyectaron el resumen de la vida de Van Gogh.
Nos presentaron a Teo, el hermano del pintor, quien a lo largo del recorrido por medio de unas pantallas nos iba contando datos de la vida de su hermano y también confesiones que le hacía por cartas:
-Prefiero morir de pasión que de aburrimiento.
Pasamos a la primera sala, y el tiempo cambió de dimensión. La música ambiental nos acompañó en todo el recorrido. Vimos unos girasoles gigantes hechos de algún material como papel maché.
Las pinturas de Vincent Van Gogh, esas clásicas que vemos en todos lados, en calendarios, en cuadernos, en posters, de pronto cobraron vida. Se volvieron parte de nuestra realidad. Las podíamos ver, admirar en tercera dimensión. Cada detalle estaba perfectamente definido.
En la siguiente sala, Teo, por medio de la pantalla, seguía contando datos personales del pintor mientras veíamos cómo los cuadros se proyectaban en las paredes. El piso cobró vida, y la sensación de estar soñando se volvía realidad.
Fueron rarísimos los efectos que provocaba la combinación de tecnología, arte y la sutileza musical.
El guía nos explicó que se trataba de "una exposición que presenta la obra de Van Gogh en un formato inmersivo. Lo que significa que las pinturas se muestran en negativo y esto hace que los colores y las formas se vean de una manera completamente diferente".
La gente, muy educada, respetó el turno para tomarse fotos. Todos los espacios están pensados para ser fotografiados como si nosotros estuviéramos inmersos en las pinturas.
Los jóvenes se volvieron también protagonistas: se filmaban, se tomaban unas fotografías extrañísimas con el celular al revés y caminaban rápido para ganar el mejor ángulo.
No sé qué tanto les interesaba aprender, pero lo que sí estaba claro era que su eufórico interés por sacar fotos y videos.
Una chica –me imagino que para un video de Tik Tok– junto a su productor repitió tantas veces su guion, que nos lo aprendimos de memoria:
-Hola, queridos amigos. La tecnología utilizada en la exposición incluye proyecciones de video y efectos de sonido que hacen que las obras de Van Gogh cobren vida. Por ejemplo, en la famosa pintura ‘La noche estrellada’ las estrellas brillan y se mueven, mientras que el cielo se ilumina y cambia de color. En la siguiente obra, acompáñenme a ver ‘Los girasoles’. Parecen moverse con el viento. Si les gustó este video, compártanlo, denle like y vengan a visitar esta exposición en la Plataforma Gubernamental de Quito.
Seguimos visitando más salas y llegamos a una que me trasportó a un momento de felicidad eterna.
Verles a mis hijos entre girasoles y espejos fue un sueño palpable. Los tres posaban, se tomaban fotos, corrían libres dentro de una pintura del gran maestro que murió solo en una depresión profunda y sin que su arte fuera valorado.
Se me movieron el alma y la conciencia, un efecto que solo el arte puede lograr.
Salimos de la exposición y nos costó enfrentar la realidad, porque lo que vivimos fue una experiencia que nos pareció irreal.
Y me quedo por siempre con esta frase de la canción 'Vincent', de Don McLean:
'You took your life as lovers often do
But I could have told you, Vincent
This world was never meant for one
As beautiful as you'.