Esto no es político
Paranoia gubernamental
Periodista. Conductora del programa político Los Irreverentes y del podcast Esto no es Político. Ha sido editora política, reportera de noticias, cronista y colaboradora en medios nacionales e internacionales como New York Times y Washington Post.
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Las más recientes declaraciones del viceministro de gobernabilidad, Esteban Torres, demuestran una vez más el estado de constante paranoia en el que vive el gobierno de Daniel Noboa; en su narrativa todo se trata de una enemistad personal, de odio personal, de disputa personal.
Parece que ni Noboa ni su entorno logran entender cómo funciona la política ni los adicionales que vienen con el cargo de funcionario público.
“Le han declarado la guerra no solo a este gobierno, sino también a los ciudadanos”, dijo Esteban Torres este jueves tras advertir que tres bancadas quieren irse en contra del gobierno.
El hoy viceministro de gobernabilidad fue, hasta hace poco más de un año, asambleísta y entusiasta opositor del entonces Presidente de la República, Guillermo Lasso. Tan entusiasta era del derecho a oponerse al gobierno que fue interpelante en el juicio político en contra de quien entonces gobernaba el país.
Hoy, ya del otro lado, Torres parece haber olvidado que el ejercicio del poder implica la aceptación de la existencia de fuerzas políticas opositoras que, legítimamente, coexisten con aquellos que defienden a los gobiernos a capa y espada. Se entiende que, al ser Torres un funcionario de este gobierno, está ubicado en la segunda categoría. Lo que no se entiende es aquella camaleónica facilidad de acomodar los discursos al ancho de los intereses políticos personales.
Sin embargo, cuando enmarcamos las declaraciones de Torres en la narrativa que ha usado el gobierno de Daniel Noboa para intentar posicionar toda acción contraria a sus intereses políticos como un ataque personal, sus palabras solamente siguen la línea argumental oficial: o estás conmigo o estás en mi contra.
Hay problemas para el abastecimiento de electricidad: es sabotaje. La oposición plantea una moción en la Asamblea: es desestabilización. Teleamazonas osa transmitir en vivo la toma de TC Televisión en enero pasado: el medio es sospechoso —¿por cumplir su trabajo? — y debe ser investigado. Noboa es cuestionado por periodistas y analistas por la discrepancia en las cifras de empleo: son odiadores. Un juez advierte de posibles torturas en las cárceles bajo la intervención militar: es antipatria.
El problema de construir enemigos donde no los hay es que deslegitima los cuestionamientos necesarios para equilibrar la narrativa oficialista y pone en el centro de la discusión a la figura del Presidente de la República y no a sus acciones, con aciertos y desaciertos. De repente, ya no se trata de una crítica, observación o comentario, todos legítimos, si no de un simple y llano ataque a Noboa y su gobierno por la simple razón de que “lo odian”.
La política no es así de elemental ni todo lo que ocurre en el país gira alrededor del amor o el odio al Presidente. En realidad, que nos caiga bien o mal es indiferente; una democracia sólida sabe que buena parte se sostiene por el ejercicio del escrutinio público que equilibra el poder.
Si la oposición se reúne para ser eso, oposición, ¿cuál es la novedad? Eso pasa en una democracia.
Si la prensa insiste en que hay discrepancia en unas cifras, no es porque sufre, es porque está haciendo su trabajo y a los funcionarios a cargo, más les vale escuchar, porque el suyo es justamente transparentar la información que los ciudadanos reciben.
Si un juez advierte de posibles violaciones a los derechos humanos, más vale que como gobierno investigues y tomes acción, o te prepares para enfrentar consecuencias —incluso penales— en el futuro por el simple hecho de que, si es que en efecto están ocurriendo, el responsable político eres tú.
Es tiempo de que el gobierno deje la paranoia de lado: las advertencias, observaciones y cuestionamientos no son personales, son un ejercicio de la democracia que, además, debería servirles a los funcionarios gubernamentales para recordar que ser gobierno también implica recibir cuestionamientos y aceptar la diversidad política porque son contrapesos necesarios al poder político que se ejerce desde Carondelet.