El Implacable VAR
Esteban Paz, Liga y las instituciones por encima de las personas
Periodista, comunicador, escritor y docente. Comenta y escribe de fútbol desde hace 25 años.
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La inminente salida de Esteban Paz de Liga Deportiva Universitaria, el equipo de fútbol más importante de Ecuador, plantea de nuevo el eterno dilema de la dirigencia: ¿es posible que un club pueda desarrollarse sin depender de una figura hegemómica y casi perenne?
Lo ideal, por supuesto, es que las instituciones, que siempre están por encima de las personas, posean una estructura lo suficientemente sólida para continuar, sin importar quién esté al frente. Y, por más exitosa que sea la gestión de un líder, es nocivo que un club, sobre todo uno de la envergadura de Liga, esté atado a la gestión del caudillo por mucho tiempo.
Pero, ya en la práctica, lo cierto es que muchos clubes han dependido de un mecenas, un caudillo o al menos una figura fuerte, muy fuerte, que posea dinero o sepa conseguirlo. El fútbol profesional requiere de recursos y no cualquier persona puede hacerse cargo de un plantel de Primera categoría.
Una vez, Luis Chiriboga, cuando ya habían pasado diez años al frente de la Ecuafútbol, expresó en una reunión con periodistas que la estabilidad del dirigente es la mejor garantía de resultados. Así justificaba su permanente aferramiento al cargo y respondía a quienes lo acusaban de poco democrático.
Es un argumento discutible, pero es verdad que los clubes carecen de estructuras para formar dirigentes que sean relevos dentro de un proyecto global. Lo normal es que cada dirigente de turno aplica su estilo e impone sus condiciones, muchas veces trufadas por proyectos políticos y empresariales particulares. Y, cuando se van, son reemplazados por rivales que a veces hacen todo lo contrario.
Con Liga y los Paz tenemos un ejemplo radical. Esteban Paz ha pasado más de veinte años involucrado en el equipo de la Casona. La gran mayoría de los hinchas de la 'U' no conocen otro dirigente y, de hecho, es muy difícil encontrar a alguien en Ecuador que haya pasado por diversos estamentos hasta llegar a la cima. Esteban Paz hizo carrera como dirigente.
Por eso, lo que pasa con Liga es muy duro, pero también inevitable. No importa el éxito rotundo en cuanto a trofeos, a imaginario social y consolidación como símbolo del deporte de Quito: las instituciones permanecen y las personas se van.
El problema de Liga, o mejor dicho, el gran reto es gestionar el cambio de liderazgo sin que todo lo coseguido por los Paz y su equipo de colaboradores se pierda. Se verá si los sucesores están a la altura del desafío de administrar un legado histórico del fútbol ecuatoriano.