Al aire libre
Estamos enamorados del problema y no de la solución
Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.
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¿Nos damos cuenta de que la mayoría de problemas que enfrenta el mundo nace de la falta de límites? Descontrol en el gasto y avaricia son la raíz del estado de crisis actual.
Un taxista decía: mi mejor psicólogo fue la correa de mi papá. Me ayudó a ser buen estudiante, a saludar, a comer toda la comida.
Ahora es casi penado por ley meter un coscacho a los hijos. Pero el clásico “tres bien dados” nos forjó el carácter a todos.
La solución de ponernos límites no nos gusta.
Nos enamoramos del problema, de la queja. Nos da pereza intentar, esforzarnos, cometer errores, porque queremos una vida perfecta que no existe.
Sobre el calentamiento global, a mí no me incomoden, no voy a reducir mi consumo de agua en la ducha. No voy a apagar las luces. No me voy a dar el trabajo de clasificar mis desechos. Quiero más empaques, más plásticos, más infinidad de cosas en un planeta finito.
Sobre la corrupción, quiero mi casa en la punta del Ilaló. Entonces ignoro la cota ordenada por el Municipio y construyo tranquilamente pagando coimas o lo que sea necesario. ¡Que nadie me ponga límites!
Mineros ilegales y su red delincuencial, con nombre y apellido, la cara descubierta, y con la venia de algunos funcionarios públicos, destruyen la selva en las riberas del Napo, su agua, sus orillas con árboles milenarios, porque quiero el oro que está debajo, que no es mío sino de todos los ecuatorianos.
La destrucción de Zaruma, patrimonio histórico, provocada por los mineros ilegales, es igual o menos grave que la destrucción diaria de la selva amazónica. Sin límites.
Sobre la crisis económica, que no me quiten mi estilo de vida derrochador. Quiero subsidios, evadir impuestos, que me paguen sin trabajar.
A veces la solución, que es dar 'tres bien dados' a los que no quieren el bien del Ecuador, es compleja. Ya se está poniendo límites al narcotráfico y la delincuencia organizada con el decreto de guerra interna del 9 de enero. Pero administrar de manera frontal el desafío económico es lo que esperamos y apoyaremos sin chistar la mayoría de ecuatorianos.
Desde nuestra trinchera es momento de enamorarse de la solución y cambiar las creencias que hacen daño al bolsillo y al corazón:
- “El dinero nos va a dar mejor calidad de vida”. Puede ser todo lo contrario. Los valores sí nos dan mejor calidad de vida.
- “Me merezco gastar todo lo que gano”. Primero reflexiona si es una necesidad o un deseo y guarda para la época de vacas flacas.
- “A esta edad ya no me van a dar trabajo”. La persona trabajadora encuentra maneras de salir adelante.
- “Como nunca lo hice, no voy a comenzar ahora”. Y se nos pasan los negocios por delante.
- “El gobierno me tiene que dar”. Nadie nos debe nada, cada uno se debe a sí mismo.
- “Estamos peor que nunca”. Los abuelos nos han contado que la vida es de altibajos, por eso hay que prepararse.
- “Los empresarios que compartan”. Ser empresario es de valientes porque arriesga su dinero para mover la economía, dar trabajo a otras personas, no tiene horario, y a veces no duerme tranquilo porque llega el fin de mes y tiene salarios que pagar.
El Papa Francisco se refirió a la avaricia “como un pecado que no es de la billetera sino del corazón, del que uno puede curarse con la meditación de la muerte, ya que los bienes terrenales no caben en el ataúd”.
Y continúa:
“La avaricia no es de los ricos, sino que es un vicio transversal que a menudo nada tiene que ver con el saldo de la cuenta de ahorros. Un monje de claustro puede acaparar compulsivamente bienes, por ejemplo”.
Nos apegamos a un modo de vida y creemos que somos incapaces de vivir de otra forma. La vida da vueltas y una quiebra, divorcio, muerte, cambio de país o de trabajo, nos despiertan del sueño de grandeza. La situación actual de toque de queda, estar más alerta, nos empuja a cambiar y nos incomoda.
Pronto el mundo entero tendrá racionamientos de agua, electricidad, alimentos. Mejor desde ahora ser austeros y ponernos límites.