Lo invisible de las ciudades
Estados Unidos: Frágil Futuro
Arquitecto, urbanista y escritor. Profesor e Investigador del Colegio de Arquitectura y Diseño Interior de la USFQ. Escribe en varios medios de comunicación sobre asuntos urbanos. Ha publicado también como novelista.
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Años atrás, escribí un artículo en el que comparaba el retiro de tropas estadunidenses de Afganistán con la retirada del imperio romano de la isla de Britania. En ambos casos, eran puntos distantes, difíciles de controlar y que resultaban una carga sin beneficio. La salida de los ejércitos en ambos casos fue relativamente voluntaria; y en los dos escenarios, los discursos propagandísticos (uno predicando la civilización y el otro basado en la libertad como ideal o coartada), fueron botados al tacho de la basura.
En ambos casos, creo que se trataba del fin de una hegemonía. En redes sociales circula el video de un norteamericano que dice:
“Si te sientes inútil, recuerda que tomó billones de dólares, miles de vidas y más de 20 años substituir al Talibán… por el Talibán”.
Ahora, a aquel episodio se suma lo ocurrido la semana anterior. En esta ocasión se trata de una fisura interna. El gobernador de Texas asume de manera unilateral el resguardo de la frontera con México; algo que es responsabilidad del gobierno federal, junto con los asuntos migratorios. Esta decisión se la toma no solo desobedeciendo al presidente Joe Biden, sino también a un dictamen de la Corte Suprema. El Gobernador de Texas, Greg Abbott, afirma que toma esa postura para defender a Texas y a los Estados Unidos de “una invasión”, refiriéndose a las sorprendentes olas migratorias que han presenciado en los últimos años.
Dentro de sus disposiciones, Abbott ordena a la Guardia Nacional de Texas impedir el paso del ejército federal y de la patrulla fronteriza. Si llegara a darse un enfrentamiento armado entre los soldados de Biden y los de Abbott, seríamos testigos de una segunda guerra civil en Estados Unidos. A eso debemos sumar, que 25 estados de la unión (todos ellos con gobernadores republicanos) han expresado su apoyo a Texas; 19 de ellos han ofrecido incluso enviar a miembros de sus guardias nacionales como apoyo.
Dentro del marco de la ley estadounidense, el presidente puede federalizar las guardias nacionales; es decir, hacer que obedezcan órdenes suyas y no del gobernador. Dicha posibilidad no preocupa a Greg Abbott, quien asegura que puede contar con el apoyo inmediato de milicias organizadas del estado.
Al final, en un acto de sensatez (o debilidad), Biden optó por ignorar la actitud desafiante de Texas. Declaró que enviaría al ejército federal a la frontera, solo cuando saliera una resolución bipartidista del Capitolio, respaldando tal acción.
Es la primera vez en la historia norteamericana, que un estado desafía al gobierno federal; peor aún, con el respaldo de otros estados. La última vez en la que esta superpotencia estuvo al borde de una segunda guerra de secesión fue en 1957, en el caso de los “9 de Little Rock”; cuando nueve chicos afroamericanos iban por primera vez a un colegio de blancos, escoltados por soldados de la unión. En las puertas de dicho colegio, esperaban soldados de la guardia nacional de Arkansas, con órdenes de no dejarlos entrar. Afortunadamente, triunfó el diálogo sobre las balas.
Siempre he dicho que los Estados Unidos se ven mucho más frágiles, cuando los miras desde adentro. Esta pugna entre Washington D.C. y Austin marca un precedente histórico. Otros estados se irán en contra del gobierno federal cuando así lo crean conveniente.
La representante Marjorie Taylor-Green ha hablado anteriormente de “la necesidad de un divorcio nacional”. Todo indica que la unión se está cuarteando, tal como se cuartearon en su momento los cimientos del imperio romano. Aún no hay divorcio, pero, mami y papi ya están peleando.