De la Vida Real
Sí, Esmeraldas es la mejor provincia de Ecuador
Es periodista y comunicadora. Durante más de 10 años se ha dedicado a ser esposa y mamá a tiempo completo, experiencia de donde toma el material para sus historias. Dirige Ediciones El Nido.
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Esmeraldas es una provincia llena de cualidades. Para mí, es uno de los mejores lugares que tiene Ecuador. Y ¡qué gente tan hermosa, feliz y libre es la esmeraldeña!
Creo que si hablo de la comida de Esmeraldas, se me acaba el espacio que me dan para esta columna, porque toda, por más simple que sea, es una delicia. Y la música, ¿qué me dicen de la marimba, de su baile y sus colores? Viéndolo en perspectiva, Esmeraldas es lo mejor que tiene Ecuador.
Por eso duele que todo lo malo le pase a esta bella provincia: terremotos, delincuencia y ahora inundaciones.
Y la gente sigue, la gente sale a pescar, la gente cosecha verde, coco, yuca y chontaduros, o mejor dicho, lo que la tierra les dé, porque el esmeraldeño se gana la vida, trabaja la tierra y domina el mar.
Algo que admiro de ellos es esa agilidad para hablar y para pensar. Cuando la comunidad necesita ayuda, hacen chistes, sonríen y gritan para que más gente empiece a colaborar. Sí, el esmeraldeño es solidario.
Con tanta tragedia, siempre se dan la mano los unos a los otros. Es impresionante trabajar con los esmeraldeños. Colaboran de una manera que conmueve y, poco a poco, llego a entender. Tienen su propia dinámica: todos son líderes.
Dominan su tiempo y trabajan a su ritmo, y por eso dicen –equivocadamente– que son vagos, pero ¡qué va! No descansan y no paran hasta terminar, porque son gente que sabe luchar, no se quejan ni se victimizan. Sonríen y siguen adelante.
Muchos viven en la extrema pobreza. No conocía lo que era vivir así hasta que, por un proyecto de mi hijo mayor, fuimos a hacer donaciones de ropa y víveres junto a la Fundación Raíz. Pude ver cómo son los barrios: calles sin pavimento, sin alcantarillado, veredas rotas. No hay centro de salud ni colegios cerca.
Entramos a las casas y ví cómo duermen en colchones, porque muchos no tienen camas. Cocinan con agua de lluvia y tienen letrinas comunitarias.
Pero ¿saben qué? Me llama la atención lo nítidas que son sus casas, sobre todo las cocinas. Entramos a unas viviendas que no llegan a medir más de 12 metros cuadrados, y a otras de la Fundación Raíz que, por medio de su proyecto CAEMBA, dona una casa digna a las mujeres que la necesitan.
Y ellas mantienen sus casas divinas –con adornos y espejos–. Son mujeres que han soportado abuso sexual, maltrato de sus exparejas, niñas a las que desde muy pequeñas les toca ser madres. Y ahí están, en sus balcones llenos de flores, sonriéndose entre ellas mientras se tejen trenzas.
Conocí lo que para ellas representa tener su casa propia. También visitamos a mujeres y niños que no han logrado ser beneficiarios todavía, pero ahí están, en sus casas de caña, sonriendo, oyendo música y asando pescado con maduro en el fuego, porque la cocina se la llevó el río.
Así es el esmeraldeño, tiene algo que lo hace diferente. Y sí, duele que esta provincia esté estigmatizada por la delincuencia y duele que esta tierra tan maravillosa sea tan pobre y con gobernantes que no priorizan la educación.
Los esmeraldeños son hábiles, manejan la balsa, la madera dura, la concha de coco, la paja toquilla, tejen canastas de rampira y hacen magia con lo que les entrega el mar: collares de coral, joyas con conchas spondylus, perlas y piedras pulidas.
Es un talento innato. Todos hemos visto hasta dónde llegan cuando tienen entre sus pies un balón de fútbol. El esmeraldeño y las esmeraldeñas son increíbles. Y ahora marcan tendencia en TikTok con su salsa choke.
Una provincia magnífica que está perdiendo valor por la mala fama que le dan. No es justo que algo que ocurre en todo el país se focalice solo en esta tierra que tiene unas playas bellísimas, unas islas de ensueño y los mejores atardeceres que he visto en mi vida.
Además, hacen las mejores cocadas del mundo, tienen variedad de hoteles y miles de hostales y la gente de otros lugares no va porque dicen que la delincuencia acecha.
La delincuencia está en todo Ecuador: nos pueden matar, asaltar o secuestrar aquí o allá, ya sea en Quito, en Guayaquil, en Manta o en Cuenca. Es una epidemia nacional, no provincial.
Por mi parte, estoy agradecida con lo que Esmeraldas me da: amigos increíbles, trabajadores de verdad, mis mejores recuerdos y los que vendrán.