Efecto Mariposa
Las lágrimas por Esmeraldas son tardías
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
Actualizada:
Durante una intervención en la Asamblea, Paola Cabezas, asambleísta por UNES, manifestó: “estoy convencida de que muchos de esos chicos que delinquen no querían ser delincuentes”. Dicho esto, derramó unas lágrimas de indignación, según dijo.
Aunque, por su afirmación, la asambleísta Cabezas recibió una oleada de críticas y fue víctima de una brutal violencia digital, lo que ella manifestó no es un despropósito. Sí, hay estudios rigurosos que concluyen que las personas no se hacen delincuentes solo porque quieren serlo.
De hecho, también considero que, en algunos casos, la falta de oportunidades, la pobreza y las desigualdades sociales y económicas pueden llevar a las personas por el camino de la criminalidad.
Sin embargo, sabiendo que la asambleísta Cabezas es una política de larga trayectoria, no entiendo cómo recién siente esa indignación y manifiesta el dolor que siente por su provincia.
¿Acaso antes no sabía lo que estaba sucediendo en Esmeraldas? ¿Por qué no lloró ni gritó cuando fue una de las principales autoridades de esa provincia y podía incidir para que esta fuera atendida?
Paola Cabezas inició su vida política en 2010, trabajando en la Secretaría Nacional de Gestión Política y en la Secretaría de Pueblos. Entre 2013 y 2016, es decir, durante el mandato del expresidente Correa, se desempeñó como gobernadora de la provincia de Esmeraldas.
Asimismo, fue delegada de la provincia de Esmeraldas en el Comité de Reconstrucción y Reactivación Productiva y del Empleo, mismo que fue creado luego del terremoto de 2016. Desde 2017 es asambleísta nacional, primero fue alterna y desde 2021 es principal por la alianza UNES.
A usted, asambleísta Cabezas, y a todos los que se rasgan las vestiduras ante el desastre de la provincia verde y dicen que en el pasado todo fue maravilloso, tengo que recordarles que Esmeraldas siempre estuvo abandonada por el Estado.
En efecto, la provincia no fue atendida ni en las mejores épocas. Esmeraldas es como aquel hijo que sus padres, incluso cuando tienen mucho dinero, no lo atienden. Ven por los otros, pero al que más necesita lo ignoran.
Todos los gobiernos son responsables, pero más son aquellos que tuvieron buenas condiciones económicas y que dejaron que Esmeraldas se convirtiera en tierra fértil para los grupos de delincuencia organizada.
A continuación, con datos oficiales del INEC, justifico mi argumento. Las cifras son del periodo 2009 – 2022, y son todas las que están disponibles en esa institución.
Para tener una idea más clara de la situación de los esmeraldeños utilizaré la tasa de pobreza multidimensional, que es el porcentaje de personas que viven en hogares que tienen privaciones en al menos una tercera parte de las siguientes dimensiones: educación; trabajo y seguridad social; salud, agua y alimentación; hábitat, vivienda y ambiente sano.
En la figura 1, que contiene la evolución de la tasa de pobreza multidimensional a nivel nacional (línea roja) y de Esmeraldas (línea azul), se observa que históricamente esta provincia ha tenido un comportamiento “atípico” en las condiciones de vida generales de sus habitantes. Los esmeraldeños siempre estuvieron social y económicamente peor que el resto de ecuatorianos.
En la figura también se observa que, en 2017, cuando se cumplieron 10 años del Gobierno de la Revolución Ciudadana, la tasa de pobreza multidimensional en Esmeraldas fue de 58,1%, mientras que a escala nacional fue de 34,6%, es decir había una diferencia de más de 20 puntos porcentuales.
En 2022, las cifras fueron de 57,1% y 38,1%, para Esmeraldas y todo Ecuador, respectivamente.
Para no extenderme en este artículo, no analizaré cada uno de los componentes de la pobreza multidimensional, solo me detendré en un dato que siempre me ha parecido increíble: en 2017, el 46,3% de la población esmeraldeña no tenía agua potable. Sí, estimados lectores, casi la mitad de los habitantes de esa provincia no tenía agua en 2017.
En ese mismo año, a escala nacional, el 18,4 % de la población ecuatoriana no tenía acceso al servicio de agua por red pública.
En 2022, el porcentaje de personas que no tenían agua potable en Esmeraldas alcanzó el 31,8%, a escala nacional ese porcentaje fue de 25,1%.
A pesar de que, en general, la población esmeraldeña tenía peores condiciones que los habitantes de la mayoría de provincias de Ecuador, dos grupos de esta provincia merecían atención emergente: los niños y los jóvenes.
En las figuras 2 y 3, presento las tasas de pobreza multidimensional para estos dos grupos.
De nuevo, tomando como ejemplo el año 2017, las tasas de pobreza multidimensional de los niños y jóvenes esmeraldeños eran de 65,4% y 68,7%, respectivamente. A escala nacional, esas cifras eran de 40,1 % y 37,7 %, correspondientemente. Es decir, en ese entonces, las diferencias eran de aproximadamente 30 puntos porcentuales.
En 2022, las tasas de pobreza multidimensional para los niños y jóvenes esmeraldeños fueron de 61,3% y 61%. A nivel país, estas se ubicaron en 45,2% y 41,1%.
En el caso de los niños y los jóvenes, vale la pena reflexionar sobre el hecho de que los niños que estuvieron en pobreza extrema, sin ir a la escuela, sin alimentación porque sus padres no tenían un trabajo adecuado, tal vez son los criminales del presente.
Para esto también hay cifras, según datos del Sistema Integrado de Actuación Fiscal (SIAF), la mayoría de los detenidos durante el presente estado de excepción en Esmeraldas tiene entre 18 y 29 años. Así, no es difícil concluir que los criminales que nos causan terror en la actualidad no fueron a la escuela ni al colegio y fueron capturados por las bandas criminales, hace al menos 14 años.
Esta columna es para que todos los ecuatorianos conozcan por qué los criminales pudieron ganar espacio en Esmeraldas: porque simplemente es una tierra huérfana, el Estado la abandonó y los mafiosos la adoptaron.
Esmeraldas, admirada por la marimba, las playas, los ceviches y su gente alegre, nunca ha sido un paraíso para sus habitantes.
Me anticipo a las respuestas que puede generar este artículo y les invito a todos quienes no estén de acuerdo con lo manifestado, a refutar lo dicho con altura y con datos, no con frases denigrantes y estallidos de ira digital, así como acostumbran los violentos.
Asambleísta Cabezas, y todos los que ahora lloran y acusan a otros de la tragedia de Esmeraldas, la catástrofe por la que pasa esta provincia, y todo el país, es una cosecha de lo que pasó, o, mejor dicho, de lo que no pasó hace algunos años. Y esto ustedes lo saben bien, tal vez por eso son sus lágrimas.