Leyenda Urbana
Error de cálculo de Nebot y el PSC y el batacazo de Correa
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
Actualizada:
Una inesperada movida estratégica libró a Guillermo Lasso de llegar a Carondelet como rehén de decisiones inconsultas. O de convertirse en un presidente con desgaste de poder, antes siquiera de ejercerlo.
Asimilando la gravedad de un gesto suyo y lo que estaba en juego en la Asamblea Nacional, la madrugada del viernes, habló, de manera personal, con dirigentes políticos.
Un giro dramático de los acontecimientos se produjo como resultado.
Al filo del abismo, Lasso soltó la mano a su aliado electoral, se apartó del supuesto acuerdo legislativo, y salvó su imagen. Y la del país.
Un fuerte remezón social había producido la noticia de que la alianza Creo-PSC estaba en tratativas con UNES, de Correa, para poner autoridades legislativas.
La eclosión de rechazo en redes sociales iba in crescendo.
Las sospechas de que una 'Comisión de la Verdad' buscaría deshacer sentencias y propiciar la impunidad de los condenados, produjo enfado colectivo.
El sábado 14 de mayo, la tensión política estaba al tope, al punto de que hasta la convulsionada región regresó a mirar a Ecuador, desde dónde, el 11 de abril, salió la noticia de que el socialismo del siglo XXI había sido derrotado.
Que Guadalupe Llori, de Pachakutik, exprefecta de Orellana, perseguida y encarcelada, acusada de sabotaje y terrorismo, durante el correísmo, haya sido elegida presidenta de la Asamblea, con los votos de Creo. Y que Pierina Correa, la hermana del expresidente prófugo, la tomara el juramento, tuvo un efecto de catarsis colectiva.
Pachakutik se hacía con el poder parlamentario.
La reacción de la gente confirmó que Lasso acertó. Pero el costo político que deberá pagar es de impredecibles consecuencias.
La derrota del PSC nadie la vio venir.
Quedar fuera del Consejo de Administración de la Legislatura (CAL), un poder real en la Asamblea, es un golpe adicional al hecho de que su candidato, Henry Kronfle, perdiera dos veces la votación. Y que César Rohon se haya marchado.
¿Cómo llegaron a semejante situación, luego de triunfar con el candidato al que apoyaron, al punto de que la noche de la victoria Lasso agradeció, de manera pública, a Jaime Nebot?
Por ahora, solo hay interrogantes.
¿Qué suerte de sortilegio usaron los correístas para que los socialcristianos creyesen que el expresidente prófugo, por aquello del encuentro que propone Lasso, buscaría propiciar gobernabilidad, y no usarlos para manipular la justicia?
¿Se lo creyó también el presidente electo?
No dimensionar que solo designar una Comisión de la Verdad daba sustento al discurso del Lawfare de Correa, que pregona ser perseguido político, aunque tenga sentencia en firme, por el caso Sobornos 2012-2016, es inconcebible, en políticos de recorrido.
¿Olvidaron que parte de su gabinete está preso o prófugo, condenado por la corrupción que denunció la prensa, y que la justicia ha juzgado y sentenciado?
Y algo más. ¿Apuntaban a sacar a la fiscal Diana Salazar; al Presidente de la Corte Nacional, Iván Saquicela; y pretendían hacerse con la Contraloría y el Cpccs?
El triunfo de Lasso, celebrado dentro y fuera de las fronteras, fue posible porque el país dijo no al correísmo, al que padeció por más de una década, durante la cual persiguió y encarceló a sus contradictores.
Ante semejante realidad, pactar con UNES era una suerte de descenso al averno virgiliano para, indefectiblemente, quemarse políticamente.
El dramático giro de Lasso, al abandonar a sus aliados, para pactar con Pachakutik, la Izquierda Democrática y los independientes, deja más preguntas: ¿Tendrá gobernabilidad? ¿Serán libres para fiscalizar su gobierno?
Para moverse en una Asamblea con frágil mayoría y con adversarios poderosos, que se sienten traicionados, hará falta talento político. Y astucia.
De lo que se ve, la única opción de Lasso será escuchar a la gente, a la que deberá recurrir, para consultarle, cuando el bloqueo se imponga.
En ese momento cobrará sentido haber evitado acuerdos que implicarían impunidad, que el pueblo repudia.
Por eso, tan importante como las reformas y las leyes, es luchar contra la impunidad y recuperar lo robado.
Algo más. ¿Hasta dónde llegará el distanciamiento con UNES y el PSC, fuerzas que suman, ahora, 66 votos?
De UNES es sabido que su mayor afán es anular los juicios contra Correa. Con el PSC, es impredecible.
Que sueltos de huesos, los aliados de campaña asimilen, hoy, a los socialcristianos con el correísmo, olvidando las multitudinarias marchas, por la 9 de Octubre, con cientos de miles de guayaquileños que convocaba Nebot, para frenar la voracidad y la persecución de Correa, cuyo gobierno, para competir con el Municipio, hacía obras en Guayaquil, debe enfadar.
Como lección aprendida, antes de hacer acuerdos, el PSC está obligado a calibrar mejor sus reflejos políticos, que parecen desgastados.
Cuarenta y un días después de haber ganado la Presidencia de la República, con el candidato de la alianza, la derrota debe doler.
Nebot y el PSC hicieron mal los cálculos; jamás habrán imaginado que, en una movida estratégica, Lasso los abandonaría. Para Correa ha sido un batacazo.