Economía y Desarrollo
Erradicar la desnutrición: la prioridad actual y para el futuro
Doctor en Economía, máster en Economía del Desarrollo y en Política Pública. Director general académico de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
Actualizada:
De acuerdo con la última cifra disponible de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) de 2018, el 23% de los niños y niñas menores a cinco años sufren de desnutrición crónica en el Ecuador.
Cifra que aumenta al 27,2% en el caso de niños y niñas menores de dos años de edad. Este indicador muestra el principal problema del subdesarrollo en Ecuador.
Además de ser una fuente directa de empobrecimiento, e incluso una evidente privación de derechos de niños y niñas, por el impacto en su salud; condiciona las posibilidades de desarrollo futuras.
La capacidad cognitiva de una persona que crece en situación de malnutrición se deteriora, lo que limita los posibles retornos de la educación.
Una sociedad en la que los niños y las niñas están malnutridos, es una sociedad menos libre, pero también menos productiva.
Los determinantes de la malnutrición infantil son diversos, y quizá ahí radica el problema de las políticas públicas y de los programas implementados. No se puede erradicar la desnutrición con miradas parciales sectorizadas.
El principal determinante de la malnutrición en Ecuador es la falta de acceso al suministro de agua segura y al saneamiento adecuado, una competencia de los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD) municipales, pero que demanda la movilización de importantes recursos, por lo que la corresponsabilidad del Gobierno Central es indispensable.
Además, hay que garantizar la seguridad y la soberanía alimentarias, una competencia concurrente de todos los niveles de gobierno, según el Código Orgánico de Organización Territorial (Cootad), de manera que se garantice la disponibilidad, acceso y capacidad de consumo de una canasta nutricionalmente adecuada.
En este sentido, es necesario fortalecer las cadenas de producción y de distribución de alimentos, y brindarles capacidades tecnológicas y logísticas para hacerlo de forma biosegura. Y es fundamental contar con consejería nutricional.
Finalmente, otros factores de riesgo de malnutrición son la edad y la escolaridad de la madre, así como también el ambiente del hogar en que nace y crece el niño o la niña.
Por eso es indispensable prevenir el embarazo adolescente y erradicar la violencia sexual contra niñas y adolescentes, tanto por el bienestar de la niña, como la del hijo/a que puede ser fruto de este tipo de violencias.
Entre los desafíos del nuevo gobierno, una prioridad debe ser la erradicación de la malnutrición. Un tema pendiente y meta no cumplida en el pasado.
Es necesario un acuerdo nacional y un modelo de gestión descentralizado e integral, al tiempo que se aseguren importantes recursos para cobertura de servicios básicos, acompañamiento familiar y distribución de alimentos.
Proyectos que, además, podrían apoyar a la generación de empleo.