Al aire libre
Ernesto Ordoñez 'Caracuso': estoy orgulloso de tener 99 años
Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.
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Yo soy más conocido por mi apodo 'Caracuso'. Tengo 99 años y he hecho deporte toda mi vida. Era jugador de la Liga, titular, goleador profesional.
De joven, el deporte era el único entretenimiento, porque no había dinero ni para pagar el bus para ir a la universidad. Yo iba trotando desde la Colón hasta la Plaza Grande, catorce kilómetros diarios durante cinco años.
Vivo solo. Las circunstancias de la vida me han permitido ser activo y gracias a eso es que todavía esto aquí.
Me despierto a las seis de la mañana y camino por mi departamento dos kilómetros temprano y dos en la tarde. Ahora entreno en el Reservorio de Cumbayá con uno de mis hijos.
Ese sendero estaba descuidado, entonces pedí al Municipio que lo arreglara. Mandé un video a las redes y se hizo viral. Ya está compuesto.
Uno se pone la meta en la cabeza y se obstina.
Me gusta estar en familia, soy una persona de mucho contacto, por eso la pandemia me afectó y me dejé la barba en señal de rebeldía.
Yo mismo me cocino, me encanta el cebiche rojo. En mis ratos libres armo unos Go Karts, estoy terminando nueve.
No me puedo sentar un rato porque me quedo dormido.
Tenía ocho años cuando me dije: quiero ser actor y no espectador. Esa vida de espectador siempre me aburrió.
No he leído un solo libro que no sea de ingeniería.
Cuando uno hace deporte, no intervienen intereses económicos, es el gusto de pasar unos momentos de alegría. Ha sido una fórmula para mantener una amistad desinteresada con otros deportistas.
He intervenido en la Ruta de las Iglesias cuatro veces. Me acompañan en la carrera de 25 a 30 familiares que se contagian de mi entusiasmo. Ver a un anciano haciendo el recorrido es un espectáculo para la gente que asiste.
Hay que valorar la vida. Yo siempre he huido de las cosas que significan peligro para la vida. Estoy orgulloso de tener 99 años.
Conozco la pobreza extrema y también la riqueza. Hace poco tuve un negocio próspero que corté de raíz porque más valía la pena vivir los últimos años de la vida haciendo lo que uno quiere.
Por la edad no hago las cosas rápidamente, me demoro en resolver cualquier problema. La ventaja es que después de un tiempo de meditación me acuerdo de todo.
Los jóvenes hablan a toda velocidad. A mí me gusta pensar y asimilar.
Cuando hablo por teléfono con mis hijos, les hago tres preguntas:
-¿Cómo estás y cómo está tu familia?
-¿Has hecho ejercicio esta semana?
-¿Cómo está el trabajo?
A los hijos se les graban profundamente los hábitos que tenemos los padres, entonces resultan una copia auténtica nuestra. De ahí que mis hijos son de una actividad permanente, hacen deporte, ejercicio.
La única herencia que tuvimos en mi familia fue ni un centavo partido por la mitad, pero las enseñanzas profundas de solidaridad familiar, eso no se borra nunca.
Es la escuela de la vida, la constancia, la tenacidad, el poner entusiasmo en cada cosa que uno hace. Entonces todo se vuelve un festival, incluso si la persona no tiene medios.
Para mí, el deporte es la panacea de la salud y de la larga viva.