El indiscreto encanto de la política
Se viene la temporada de encuestas
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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El pasado 4 de julio, la encuesta de Comunicaliza dio el pitazo inicial. A más del habitual registro de la evolución de la popularidad del presidente de la República, el estudio presentó los primeros datos de intención de voto de cara a las presidenciales del próximo año. Al día siguiente, la multinacional Ipsos también difundió un estudio que evalúa las probabilidades de reelección de Noboa.
Las encuestas políticas son una herramienta de trabajo. Su propósito es que consultores, asesores y candidatos, a partir de la información recogida, cuenten con elementos para tomar decisiones sobre las estrategias de campaña, así como para focalizar esfuerzos en segmentos específicos del electorado.
Asimismo, los equipos de campaña, en ciertos casos con la complicidad de algunos medios de comunicación, utilizan los resultados de estas mediciones como un arma para promover una guerra de percepciones.
Sin embargo, la volatilidad de las preferencias electorales representa una significativa debilidad para las encuestas. La opinión pública en Ecuador puede cambiar drásticamente en cortos periodos, influenciada por factores económicos, sociales o políticos. Incluso, la experiencia reciente confirma que los debates públicos también son determinantes.
Recordemos la última elección. A solo dos meses de la primera vuelta presidencial de 2023, el correísmo ganaba en primera vuelta, Otto Sonnenholzner estaba segundo y Daniel Noboa compartía el último lugar con Bolívar Armijos.
En un mes, asesinaron al alcalde de Manta, Agustín Intriago, y al candidato presidencial Fernando Villavicencio. La seguridad pasó a ser la única prioridad del país y Jan Topic, por ende, se disparó al segundo lugar. Noboa, Hervas y Armijos se mantenían por debajo del 10% de intención de voto.
Luego, llegó el debate presidencial. A partir de este nuevo punto de inflexión, la candidatura de Noboa despegó hasta colocarse cómodamente en el segundo puesto. El resto de la historia es conocida.
En resumen, intentar establecer conclusiones sobre el resultado final de la elección basándose en una encuesta realizada seis meses antes es absolutamente prematuro. No obstante, hay elementos interesantes que se desprenden de las dos investigaciones citadas.
Comunicaliza evidencia que la popularidad de Noboa se mantiene alta, en un 52%, pero ha caído sostenidamente desde finales de enero, cuando superó el 80% de aprobación. La fluctuación del precio de la gasolina, las expectativas no resueltas respecto a la inseguridad y la profundización de la crisis económica sugieren que la tendencia a la baja se mantendrá.
Respecto a la intención de voto, Noboa y el eventual candidato del correísmo lideran ampliamente las preferencias, sin competidores cercanos. Si bien entre ambos aglutinan poco menos de la mitad de la intención de voto, queda un espacio significativo de votantes que podría captar un tercer candidato que se presente como alternativa a esta dicotomía.
El estudio de Ipsos ratifica este escenario, señalando que cinco de cada 10 ecuatorianos buscan una opción distinta o están indecisos.
La elección recién empieza a construirse, y su derrotero estará, como siempre, sujeto a muchas variables y factores que surjan con el pasar de los meses. Sin embargo, la experiencia advierte que las elecciones las ganan aquellos candidatos que logran que el votante se reconozca emocionalmente en ellos, sintonizando con sus necesidades, causas y sueños.
Ganan quienes proponen algo nuevo y diferente, usando los códigos y medios adecuados, y no aquellos que solo reducen su discurso a atacar al adversario.
Y no, las encuestas no ganan elecciones.