Una Habitación Propia
En otra realidad
María Fernanda Ampuero, es una escritora y cronista guayaquileña, ha publicado los libros ‘Lo que aprendí en la peluquería’, ‘Permiso de residencia’ y ‘Pelea de gallos’.
Actualizada:
Miro a mi gata dormir, la paz de mi gata.
Tiene tres colores, es lo que se llama raza carey, y unos ojos amarillos que parecen irreales. La he mirado mucho en esta cuarentena en parte porque el día es larguísimo y en parte porque hay aspectos de su belleza y su condición felina que antes, por agotamiento, ocupación o apuro, no había notado.
Es muy bella mi gata y es muy bello concentrarse en eso y nada más que en eso.
Yo hoy, por ejemplo, quería contarles de sus movimientos predadores que son exactos a los de sus primos tigres. Contarles también que sus ronroneos que suenan a pájaro, de la gracia con la que sumerge la pata en el agua para luego lamérsela.
Pero no puedo.
En lugar de hablarles de mi gata y hacerlos sonreír, solo puedo pensar en un bolso con USD 15 millones que le pertenecían a los ecuatorianos, que eran, digo, el aporte de todos para el bienestar de todos.
En vez de contarles la historia de cómo adopté a mi gata, una historia de salvación mutua, lo único que puedo hacer con esta rabia tan enorme, tan física que me genera una contractura de todo el cuerpo, es compartirla.
¿Ustedes también se sienten así?
Estos miserables incluso nos roban el deseo de contar y escuchar historias hermosas.
Pienso en ustedes, en mi familia y amigos, en mí misma, encerrados en nuestras casas, aguantando, preocupándonos, perdiendo las certezas una tras otra, mientras estos asesinos –sí, asesinos, ¿cómo más se puede llamar a alguien que se roba el dinero que era para salvar vidas?– planeaban la escapada.
Otra vez lo han conseguido: no podemos hablar de otra cosa que de su corrupción, una corrupción tan ridículamente incalculable que parece inventada por unos guionistas en drogas.
La avioneta, dios mío, la amnesia, la “otra realidad”.
La serie Corrupción en Ecuador, protagonizada por los villanos más ridículos, las reinitas, los galanzuelos de televisión nacional, los expresidentes, los hijos de los expresidentes, los políticos de ayer, hoy y siempre y quién sabe qué otras actuaciones estelares, ha convertido nuestra cuarentena en un reality tan nauseabundo, tan perverso y tan estúpido que aunque quieras no puedes dejar de mirar.
¿Lo han pensado bien? En medio de la pandemia más brutal de la historia moderna estos sinvergüenzas se llevaron la plata que era para salvar vidas, la plata de los hospitales, la plata del oxígeno que no le llegó a nuestros seres queridos.
¿Cómo voy a hablar de mi gata, un ser puro, si estoy intoxicada de corrupción?
Esa historia también nos la han quitado.