El Chef de la Política
Empatía y estabilidad presidencial
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Entendida como el sentimiento de identificación con algo o alguien, la empatía en el plano político se definiría como la capacidad de los gobernantes para ponerse en los zapatos de la ciudadanía respecto a los problemas que le aquejan.
También podría entenderse la empatía política como el interés mutuo de los ciudadanos por las dificultades que atraviesan en diversos espacios.
Sea desde la definición general, sea desde la definición cercana a la vida política, lo cierto es que la empatía es esencial en la existencia de una sociedad.
Cuando la empatía entre la población desciende, la confianza inter pares también se ve menoscabada. Cuando la empatía del gobernante hacia la ciudadanía disminuye, las reacciones sociales cunden.
Esas reacciones van desde la molestia, el enojo o el insulto, hasta el pedido de salida anticipada del gobernante por la vía legal o por el calentamiento de las calles.
Ahora mismo Ecuador es un objeto de estudio perfecto para observar no solo el descenso de la empatía entre las personas y sus consecuencias, sino también para ver el desenlace del fastidio ciudadano ante la actitud poco empática del Presidente Lasso.
En el segundo caso, lo más importante es discutir los posibles escenarios a los que se enfrenta el Gobierno si las muestras de ausencia de empatía siguen aflorando.
El fallido viaje del Jefe de Estado "por asuntos personales y familiares" durante el pasado feriado, mientras el país se debatía en uno de los momentos de mayor inseguridad de las últimas décadas, es solo una muestra de lo que ha sido un comportamiento errático y poco apegado a la realidad del país.
El mejor escenario para el Gobierno sería reordenar su agenda de prioridades y acercarse más a la gente. Esto último, que parece una obviedad, no lo es para el Presidente Lasso.
En todo caso, desde una perspectiva optimista, si esto sucede, quizás los casi treinta meses que le restan al Gobierno podrían sobrellevarse, aunque no exentos de sobresaltos.
El otro escenario, que muchos dicen es el más probable, plantea que la conducta del Presidente Lasso no cambie y que las 'perlas' como las vacaciones fallidas o la declaratoria anticipada de la muerte de una servidora policial, continuarán semana a semana.
Lo trascendental de este último escenario es que acerca cada vez más la posibilidad de que el Presidente Lasso no concluya su período de gobierno.
Esta declaración puede ser asumida como exagerada o incluso como una apología de la desestabilización presidencial. No es ese el objetivo de esta columna.
Al contrario, lo que busco es poner en blanco y negro una conflictividad que, si bien se mantiene relativamente subterránea por ahora, en cualquier momento puede eclosionar con fuerza, vigor y con efectos letales para la administración del Presidente Lasso.
Indígenas, clase media, obreros, profesionales, artesanos, artistas… en fin, cada vez son más los que sienten y perciben la falta de empatía política del Gobierno y sus principales voceros.
Ese mascullar de improperios, que ahora es la regla, pronto puede convertirse en una protesta madura frente a la que la permanencia del Gobierno en Carondelet entrará en duda.
Ojalá todo lo dicho sea una exageración. Ojalá la empatía política del Gobierno mejore.