Efecto Mariposa
"Ellos" salen a protestar y los vampiros se alimentan
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
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"Ellos", así los llaman, salieron a las calles. Aunque no gozan de aceptación popular ni son bien recibidos en las ciudades que visitan, tienen razones para ejercer su derecho a la protesta.
Presento algunos datos sobre las condiciones económicas en las que viven "ellos" y que permiten entender, aunque sea un poco, la causa de su rebeldía.
Según datos tomados del Grupo de Trabajo Internacional para Asuntos Indígenas, en Ecuador habitan 1,1 millones de indígenas, que pertenecen a 14 nacionalidades distintas.
La mayoría vive en la Sierra (68%), seguida por la Amazonía (24%) y por la Costa y las Islas Galápagos (8%).
La mayor parte de los indígenas vive en la Sierra Centro-Norte (60%); y el 79% de "ellos" habita en el sector rural.
Y, por coincidencia o no, es precisamente en esta zona donde se presentan los niveles de pobreza más altos.
En el área rural, la pobreza y la pobreza extrema son de 42,4% y 20,3%, respectivamente. En la urbana son de 20,8% y 5,9% (según el INEC).
En resumen, la pobreza se concentra en el campo y se ensaña con los indígenas.
Según el INEC, los ingresos mensuales que alcanzan los hogares pobres del área rural, llegan a USD 53,6. En el área urbana ese monto es de USD 60,5 al mes.
Otro indicador que permite entender la realidad de la población indígena es la pobreza medida por Necesidades Básicas Insatisfechas. En el área rural este tipo de pobreza es del 57%. En las zonas urbanas es del 33,2%.
Una persona es pobre por necesidades básicas insatisfechas si pertenece a un hogar que presenta al menos una de estas características:
- El piso es de tierra u otros materiales o las paredes son de caña o estera u otros materiales.
- Presenta condiciones de hacinamiento, es decir, que la relación entre número de personas y número de dormitorios es mayor a tres o no existe ninguna habitación exclusiva para dormir.
- No hay acceso a servicios básicos y la eliminación de excretas se hace por pozo ciego o letrina o si la vivienda no obtiene el agua por red pública o tubería.
- No hay acceso a educación y existen niños entre 6 a 12 años que no asisten a clases.
- Limitada capacidad económica: el jefe de hogar tiene dos o menos años de escolaridad y existen más de tres personas por cada persona ocupada en el hogar.
Podría seguir presentando otras cifras, pero la situación no cambia. En desnutrición; empleo no adecuado; y acceso a salud, educación, seguridad social y créditos, la población indígena presenta una amplia desventaja frente a los ecuatorianos de otras etnias.
Aunque también podría referirme al pueblo afroecuatoriano, pero en este momento todas las miradas están sobre los indígenas.
Estos datos sobre la pobreza rural ya permiten tener una idea general de la situación del grupo de ecuatorianos a los que se les denomina "ellos".
Y permiten concluir que la mayoría son pobres.
Esa podría ser la razón por la que despiertan tanta incomodidad y porque se usa una línea no imaginaria para separarlos.
Sin embargo, el hecho de que la mayoría de los indígenas sean pobres es una razón más que suficiente para reconocer la legitimidad de los reclamos y la protesta de este pueblo.
También deberíamos recordar que el país tiene una deuda con los indígenas desde hace siglos.
El lector podría cuestionarme y decirme que lo que estamos viendo en esta movilización parece alejarse de la verdadera protesta social y solo causa pérdidas.
Concuerdo plenamente en que los actos de vandalismo, de violencia, de delincuencia común y del crimen organizado que se han visto durante las protestas convocadas por el pueblo indígena, no tienen nada que ver con la protesta social, y tampoco colaboran con el bienestar de ningún ecuatoriano. Pero no solo eso, también me quedan algunas dudas y reflexiones.
Primero, me llama la atención el extraño pliego de 10 pedidos de la Conaie, pues algunos son contradictorios, los de los precios de los combustibles y la protección ambiental.
Y otros pedidos son extraños porque aspiran a lo imposible, es más que sabido que las políticas de control de precios y especulación en el mercado son una farsa.
Aunque la Conaie como líder de las protestas, tiene una gran responsabilidad de lo que está pasando en el país, no se puede negar que el Gobierno es corresponsable del caos que vive Ecuador por su obstinación de poner la casa en orden, ignorando todas las necesidades urgentes del pueblo.
Hace más de un año que la Conaie venía amenazando con salir a las calles, pero ante tantos pedidos ignorados, era obvio y necesario que, el pueblo, y sobre todo "ellos", salgan a las calles y ejerzan su derecho a participar en protestas sociales.
Lo más grave es que algunos están aprovechando el descuido del Gobierno actual en materia social y la pobreza de siempre de los indígenas, lo digo con énfasis porque ningún gobierno los atendió como es debido, para armar una guerra.
En las condiciones de caos y violencia que vive el país, los dirigentes de la Conaie, a pesar de que luchan por una causa justa, deberían honrar su sangre, sus hermanos y sus principios y no permitir la entrada de los que denominan "infiltrados".
Y, si no existe la capacidad para hacer una movilización que se enmarque en lo que es una verdadera protesta social, se deben buscar otros mecanismos de lucha y no provocar que se deslegitime la lucha en las calles.
Ahora que ya estalló la guerra entre el pueblo, el precio que hay que pagar es demasiado alto (división entre ecuatorianos, pérdidas materiales, incertidumbre, pánico, amenazas a la democracia), y los beneficios que parecen conseguirse son mínimos (aumento del bono en USD 5, subsidio para la urea). Esas medidas no resuelven los problemas crónicos del pueblo indígena, es como dar un caramelo a un elefante.
En este momento, lo urgente es parar esta guerra infame entre el pueblo y, para esto, los gobernantes y los dirigentes indígenas deberían sentarse a trabajar de verdad y a dialogar siempre, no solo para salir del apuro.
Para que el diálogo sea productivo, la Conaie debe poner en la mesa políticas públicas claras, reales, prácticas y que estén orientadas a atender las necesidades particulares de la población indígena. Nunca dejarán de ser "ellos" si juegan a pedir cosas aleatorias, generales e imposibles; esto ha provocado que los pedidos no sean tomados en serio.
Solo una verdadera y permanente voluntad de cooperación entre ambas partes logrará desenmascarar a los trastornados que, aprovechándose de la miseria en la que viven muchos indígenas, al igual que los vampiros, se alimentan de la sangre derramada por el pueblo.
Finalmente, me permito compartirles mi postura frente a la protesta social. Apoyo la lucha en las calles y las causas que persiguen una sociedad más justa e igualitaria.
He salido a las protestas en diversas ocasiones porque siempre recuerdo que, si no fuera por las luchas del pasado, no tendría muchos de los derechos de los que ahora gozo. Por ejemplo, no sabría escribir y sería imposible que esta columna existiera.
Sin embargo, por más que una causa esté justificada, no apoyo la violencia bajo ningún concepto y de ningún lado.