Análisis Económico
Eliminar, no mutar los subsidios a los combustibles
Director general de Perspectiva, consultora de asuntos económicos y empresariales. Docente de posgrado en macroeconomía y políticas públicas. Realiza análisis coyunturales del Ecuador para The Economist Intelligence Unit (EIU).
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En octubre pasado comenté la acertada decisión del Gobierno de eliminar los subsidios a los combustibles. Quizá es lo mejor que ha planteado al país en todos sus tres años en el poder. Lamentablemente, la protesta social y errores garrafales de comunicación ahumaron la propuesta. Hoy, siete meses después, lo volverá a intentar.
El Ministro de Energía ha propuesto al presidente Moreno un sistema de bandas (con piso y techo) para liberar los precios de los combustibles. Esto significa que el precio se podrá mover libremente pero solo dentro de esos límites.
Es decir, un límite superior (techo) que active el subsidio focalizado. Y un límite inferior (piso) que limite el beneficio de los consumidores. Se sobrentiende que es para evitar aumentos drásticos en los precios para los hogares.
Pero no han detallado cuál será el criterio para la focalización del subsidio. La banda quedaría fijada por un periodo de tiempo largo. Por ejemplo, seis meses o un año relacionado a los precios del mercado futuro de petróleo.
El diésel también estaría incluido en este esquema de bandas, pero con ajustes mínimos. Probablemente con bandas más angostas y bajas que impidan una subida abrupta del precio.
La reforma también incluiría liberación de la importación de combustibles. El desafío de esto es la falta de infraestructura propia, muy costosa, para complementar el sistema. La cadena implica tanquerías (almacenamiento), poliducto (transporte), y terminales (para distribuidoras).
Actualmente, todo esto es propiedad de Petroecuador. Instalar nueva infraestructura es casi imposible de financiar y causaría muchas molestias constructivas por doquier.
Una opción es que Petroecuador alquile todas estas instalaciones a los privados. Pero hay muchas dudas en el mercado sobre la forma en la que Petroecuador define los precios de venta de los combustibles a las distribuidoras. Por lo que hacer negocios con la petrolera estatal no resulta tan atractivo.
Otro obstáculo para la importación podría ser el volumen que negocian las comercializadoras (las que compran el combustible en el exterior). Petroecuador tiene la ventaja de poder negociar cuota y precio debido a que compra para todo el mercado interno. De hecho, accede a buenos precios en el exterior, las dudas e ineficiencias se dan en las ventas internas a las despachadoras.
Es así que la nueva propuesta del Gobierno tiene muchas deficiencias de fondo y forma. Si bien las condiciones actuales de precio brindan una oportunidad excepcional para eliminar definitivamente el subsidio, la solución de bandas es más ineficiente y problemática. No tiene sentido económico y mantiene la visión fiscalista con intromisión estatal.
Lo más probable es que las bandas se fijen con base en las necesidades políticas y fiscales del Gobierno. El precio actual es tan bajo que los consumidores pagamos una especie de 'impuesto' implícito cuando compramos combustibles. El fisco recauda en lugar de subsidiar.
Otro problema de fondo de las bandas es que no elimina definitivamente la ineficiencia del subsidio. Un precio alto activaría también el subsidio y, consecuentemente, el contrabando, que siempre se las arregla con este tipo de esquemas.
Por eso lo más efectivo es liberar el precio de las gasolinas total y definitivamente. Es lo mejor para el ciudadano, que podría disfrutar de precios bajos sin límites cuando los haya. Y es lo mejor para el Gobierno, que necesita eliminar gastos ineficientes y dejar de beneficiar a quienes no lo necesitan.
Cualquier otra mutación es una mala decisión.